Muchas imágenes, en nuestra retina, nos han llevado al entorno de la Plaza Mayor desde que tenemos uso de razón. Miles de fotos archivadas en álbumes dejan constancia de los cambios que ha sufrido el corazón de la ciudad, desde que la memoria de los más mayores permite hacer una buena crónica. Distintos arreglos y enfoques, a lo largo de los años, han acompañado a la plaza hasta que a principios del año 2010 se inicia una renovación total de la misma.
Un nuevo aspecto “chato” para la iglesia de Santa María a partir del trágico incendio que sufrió su chapitel en 1894. El nuevo Ayuntamiento dejó otra imagen más moderna de la ciudad en el año 1909 completando esa imagen de la plaza que todos conocemos. La farola de la plaza, aquélla que fue objeto de algunas coplillas sarcásticas, se erguía en el centro de la plaza cual vigía, regulando el tráfico que, por aquel entonces pasaba por la Nacional VI.
“A escasos metros, la piedra que marcaba la distancia desde Madrid: Kilómetro 303”[…]“La juventud desfilaba ante ella en el paseo dominguero”. Allí estaba también el templete que, junto con la farola formaban un escenario festivo. […]“Don Potenciano, al frente de la banda de música, ponía la nota”, con el fin de que “el lugar resultara alegre, acogedor, concurrido”[…] (Manuel Martín Sánchez, La Bañeza de villa a ciudad)
La farola y el templete desaparecían de la Plaza y una fuente luminosa ocupaba su lugar. Eran otros tiempos y la necesidad de darle a la zona más importante de La Bañeza, un aspecto más moderno, trajo lo que hoy muchos añoran: “la seña de identidad”, la fuente que ha sido testigo de tantos momentos únicos para la ciudad era demolida ante la mirada de muchos nostálgicos y otros tantos soñadores, pensando en pasar una página más en la historia bañezana y mirando al futuro con decisión.
Esta nueva plaza, guarda el encanto de siempre, pero muestra una imagen renovada acorde con los tiempos que vivimos y con los bañezanos que disfrutarán de ella. Mayor amplitud, más sitio, más realce para los monumentos que, aunque hace siglos que están en ella y han visto otras estampas, se rejuvenecen ante esta nueva imagen de la ciudad.
Aquellas imágenes sólo quedarán en la mente de algunos nostálgicos y en las fotos que atesoremos en viejas cajas. Ahora la fuente y todas las viejas estampas, dejan paso a otro espacio en el que la vida sigue, donde otras mil y una historias e imágenes irán dejando atrás las que habíamos guardado con tanto mimo, cuando nos parecía que, como dice el poema de Jorge Manrique: “cualquiera tiempo pasado fue mejor”.