El agua amenaza la Semana Santa como ya ha pasado en años anteriores. Los jueces de las cofradías miran al cielo. Las tres confían en presentar sus mejores galas en un ritual que a fuerza de repetirse cada año es diferente. El Preludio nos preparó para esta Semana distinta que se vive en la calle entre procesiones y limonadas con esos amigos y conocidos que vemos tres veces en el año pero que gracias a las redes sociales y los medios de comunicación parece que no nos hemos separado nunca.
Esta Semana Santa que llega con la primavera, supone mucho para esta pequeña ciudad-mercado. Los pueblos de la comarca también se pueblan de aquellos que marcharon a buscar trabajo lejos y ahora vuelven a disfrutar con los suyos de unos días. Algunos le pedirán al Nazareno, a la Amargura, a la Esperanza o la Virgen de los 7 cuchillos, el trabajo que han perdido.
El miércoles en La Bañeza tenemos un gran comedor social, un espacio de tradición, una fiesta gastronómico-religiosa. En la Capilla de El Salvador se prepara el Potaje que antaño era para los pobres de solemnidad y ahora para todo el que se acerque con una cazuela de barro. Garbanzos con arroz, bacalao, pan, una pasta y una naranja que llenarán el estómago y el espíritu de muchos devotos y curiosos que lo comerán en los alrededores de la capilla para sentir otro año más, en el paladar, el sabor de una fórmula magistral transmitida de generación en generación. También los restaurantes de la ciudad tienen en su carta el Potaje para los que no acudan a la capilla.
Algunos pedirán suerte en Las Chapas. Ese corro donde todos van contra la mano. O salen caras o salen cruces. Cara y cruz, habrá que tirarlas otra vez. Muchos lugares podrán volar las chapas, ahora reglamentadas por la administración.
No nos falta de nada. Esta Semana Santa tiene de todo y de calidad. Tenemos una extraordinaria imaginería encabezada por Gregorio Fernandez y Salvador Carmona, seguidos de algunos grandes imagineros actuales, como los recientemente fallecidos Sanz Herranz, Navarro Santafé o Pérez Calvo, por citar algunos de los más relevantes a nivel nacional. Un Potaje como gran tradición gastronómico-religiosa, tres cofradías del siglo XVII o quizás del XVI, cada una en sus capillas, alguna de ellas con museo abierto todo el año.
Miles de cofrades, una Ciudad con todos los servicios hoteleros, con establecimientos de ocio y tiempo libre. Pero algo falla, como es posible que una Semana Santa con estos ingredientes no tenga ninguna distinción. Solo el Potaje como Fiesta de Interés Provincial y pare usted de contar. No es posible. Realizo la comparativa con otras semanas santas que gozan de distinciones más altas y no me salen las cuentas. A quien proceda. Esta situación hay que solucionarla.
