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¿El Santo Grial está en León? La respuesta es afirmativa, si se atiende a la versión facilitada por la bañezana Margarita Torres en su libro ‘Los reyes del Grial’, que verá la luz en cuestión de semanas, donde la historiadora sostiene, argumentando diversas investigaciones impulsadas a nivel personal, que el caliz de Doña Urraca conservado en la Colegiata de San Isidoro es en realidad el perseguido, anhelado y nunca encontrado Santo Grial.
En su libro Margarita Torres asegura que documentos hallados en la biblioteca de la universidad egipcia de Al-Azhar, desconocidos hasta ahora, acreditan que durante el siglo XI el Santo Grial, el cáliz con que Cristo celebró la Última Cena con sus discípulos, viajó a España.
Carbono 14
Fue regalado al rey de la Taifa de Denia por el poderoso califa Fatimí que gobernaba el Norte de África. Y una vez en Denia, la copa sagrada, custodiada durante siglos en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, viajó hasta la corte de Fernando I (1037-1065), rey de León, según narra la investigadora en su libro.
El monarca cristiano se hizo cargo del Grial que, según las investigaciones, hoy día se guarda en el Panteón de los Reyes la basílica románica leonesa de San Isidoro, decorada con gemas preciosas y oro y, conocida popularmente como el Cáliz de Dona Urraca. Sometida a la prueba del carbono 14, la copa que sirve de armazón al cáliz de Doña Urraca se ha confirmado que es coetánea de la época de Cristo.
Doña Urraca
Hasta la fecha el cáliz denominada como Cáliz de doña Urraca era catalogada como pieza de orfebrería románica donada por la reina Urraca de Zamora (1033-1101), hija de rey Fernando I de León y Castilla. Este cáliz se remontaría, según las investigaciones previas, a la segunda mitad del siglo XI. La pieza se compone de dos copas o cuencos muy antiguos (uno es el copón propiamente dicho y otro sirve de peana), de procedencia greco-romana anterior al cristianismo, hechos en piedra de ónice. Los dos cuencos presentan algunos desconchones que ya se habían producido con anterioridad a la formación del cáliz.
Siempre se ha desconocido el origen de estas dos copas, su historia y avatares, así como la teórica decisión de doña Urraca de entregar a los orfebres algo que materialmente no tenía gran valor y además era un objeto de uso pagano. Siempre se ha especulado sobre una posible consagración de estas dos piezas al culto litúrgico, hecha tal vez por algún venerable personaje de la Iglesia cristiana primitiva, pero no existen documentos ni testimonios escritos al respecto.
Pieza de ónice
En el cáliz las piezas de ónice están recubiertas de oro en la copa, nudo y peana, dejando al descubierto parte de la copa y casi toda la peana. El interior de la copa también está revestido de oro. Este metal está trabajado con gran delicadeza en filigranas que forman dibujos, arquillos, espirales y pequeños caracoles. En los huecos se incrustaron perlas, esmeraldas, amatistas y zafiros. Hay también incrustado un mascarón hecho de vidrio imitando un camafeo, que es posterior a la obra de la composición del cáliz. En la peana y antes del nudo hay una inscripción que dice: In Nomine DNI, Vrraca Fredinanti. Ahora el libro ‘Los reyes del Grial’ abre una nueva versión sobre el origen y destino de este cáliz.
Lo que esta claro es que la “Santa Madre Iglesia” ya ha visto el negocio que pueden suponer estas declaraciones (ciertas o no) y acaba de subir el precio de la entrada al Museo de San Isidoro.
En fin, dando ejemplo.
Yo pensé que esta chica era más seria. El mundo está lleno de santos griales, de lignum crucis, de sábanas santas y de cuantas reliquias atesora la santa madre Iglesia. Lo que está claro es que todos, todos (y ella no iba a ser una excepción), barremos para casa. Napoleón fue mi vecino y Cristóbal Colón y yo tuvimos una cuñada en común… seamos más serios, por favor.