Hace unas semanas, se cumplió en primer año de mi colaboración semanal en el nuevo diario bañezano ibaneza.es. Y parece que fue ayer, oiga. Había sido una promesa a mi buen amigo Rafael Cabo, cuando le quitaron El Adelanto (“si algún día te embarcas en una publicación, cuenta conmigo”). Y así fue. Después de una larga temporada fuera de La Bañeza, por motivos familiares, cuando llegué en el mes de julio del pasado año, el propio Rafa y el otro responsable de la publicación, Pedro Abajo me dieron la noticia de ibaneza.es, a la vez que el primero recordó mi promesa.
Fue fácil. Sin haber terminado los últimos trámites de salida del nuevo periódico digital bañezano, envié mi primera crónica, para coger sitio en la sección de ‘opinión’. Cuando hube escrito la propia crónica, tuve que dar nombre a mi sección y me vino a la memoria uno de los juegos de mis nietas, mientras cantaban lo de ‘El patio de mi casa es particular’ y eché mano de esa añoranza.
Porque lo que sí me prometí desde el principio, aunque no sé si lo he logrado, era que los recuerdos, las añoranzas, la memoria viva iban a ser los mejores escalones de la escalera de la actualidad. He puesto un trozo de corazón en cada una de mis crónicas. Y junto a la actualidad comentada siempre he querido aderezar el guiso con un apunte histórico, con unas gotas de añoranza, con una pizca de mis recuerdos. Como queriendo meter ese ‘Patio de mi casa’ en el baúl de los olvidos, del que echaré mano cuando mi primo el alemán me ponga a caldo mis neuronas recordatorias.
Cuando comencé a escribir en ibaneza.es llevaba ya tres años haciendo lo propio en otro periódico digital de la capital de la provincia, leonoticias.com, dirigido por otro buen amigo y compañero durante varios años en la redacción de La Crónica de León, Javier Calvo. A lo largo de este año he compatibilizado ambas colaboraciones, como una especie de doble personalidad y para distintos lectores. A los que, en el caso del diario leonés, he de decir siempre dónde está mi pueblo, La Bañeza, por si acaso hay algún despistado que no conozca la respuesta.
Han sido (y seguirán siendo si los responsables de las dos publicaciones me dejan entrar en sus entresijos) una especie de matar mi gusanillo con el teclado del ordenador, cada vez que abro las carpetas correspondientes y pongo en letras lo que en cada momento y lugar me apetece sacar a relucir. Tanto Rafa y Pedro como Javi Calvo no me pusieron traba alguna para asomarme al mirador de la actualidad en ‘El patio de mi casa’, en ibaneza.es, como ‘Con ventanas a la calle’, en el de leonoticias.com.
Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, que decía la zarzuela. Y esas ciencias me pusieron en la tesitura de lo digital, como una especie de periodista y lector interactivos. Cada día abro mi correo electrónico y veo con satisfacción que lo mismo que en León y en La Bañeza mis escritos se leen en toda España y parte del extranjero. Sobre todo de leoneses o bañezanos que me apoyan, que me animan, que me corrigen, que me discuten, que me comadrean, me susurran, que me encandilan, coño. Es distinto del papel, en el que nunca sabías muy bien hasta donde habían llegado mis crónicas, mis opiniones, mis escritos.
A la vez, en estas mis crónicas he introducido alguna vez el verso del romance. Ha habido romances para todos los gustos y para todas ocasiones en las que mi vena versificadora, que no poética (Dios me libre) se ponía terca. Unos romances que han sido acogidos con el cariño de mis amigos lectores (unas veces más otras menos). Y algunos, dentro de mi modestia descriptiva, he de decir que han sido ejemplo en alguna clase de colegio o instituto, según me han contado las lenguas de doble filo.
Gracias pues a Javier Calvo, director de leonoticias.com y a Rafael Cabo y Pedro Abajo, responsables de ibaneza.es, que me siguen dejando asomar a las ‘Ventanas a la calle’ o al ‘Patio de mi casa’. Gracias a todos mis lectores, a los que mi ya provecta edad me autoriza a tratarlos de tú a todos, porque la interactividad es lo que lleva implícita. No deja de ser un orgullo para este pobre escribidor de pueblo tener un rincón donde poder expresar mis opiniones, mis cuitas, mis confesiones (las confesables), mis penas, mis alegrías, tanto en La Bañeza, como en León. O al menos, eso creo yo.