Sole Ridaura es una sevillana con el alma compartida. Era muy joven cuando dejó su Sevilla natal para compartir inviernos fríos y cacharros de barro en estas tierras. Aquí forjó una garganta prodigiosa cantando en grupos y también compartiendo escenario con cantautores que bebían de la poesía y de la canción social. Luego la vida la devolvió a Sevilla y allí, volvió el duende de la compa y de la canción de autor con sentimiento.
Sandra de la Rosa, la profesora, la cantante, reconocida, se cruzó en el camino de Sole y, no cabe duda, le ha transmitido muchos de sus saberes y técnicas. Ayer nos lo demostraron, con Daniel Matas al piano, juntas o por separado, como se puede emocionar a un público entregado.
Un concierto muy bien escogido, donde repasaron algunos éxitos de la copla como Antonio Vargas Heredia, Tatuaje o Abril; Tangos, Habaneras, canciones eternas de Sabina, Serrat, Cecilia o Carlos Cano, arropadas por el extraordinario trabajo de Daniel Matas que demostró ayer como un piano puede ser autosuficiente en un concierto, lleno de matices y bellas melodías, llevando a las dos cantantes en volandas sobre un escenario decorado con una sencilla y bonita escenografía.
Un precioso concierto, muy deseado por las dos cantantes, donde el torrente de voz de Sole y la extraordinaria técnica de Sandra, nos enseñaron como se pueden cantar las canciones llevándolas a su terreno para sacarles la esencia de las mismas. Una noche inolvidable.