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Miga

● Ibañeza.es ►Miércoles, 26 de noviembre de 2014 a las 9:30 Comentarios desactivados


El que yo escriba estas líneas se debe a la miga. Es lo que tiene comprar el pan a la antigua usanza, ¡cuánto tarda hoy Tomás!, te permite trabar conocimientos interesantes, como no podía ser de otro modo, ya que se trata de relaciones con miga.

Ahora bien, ese interés, como los índices bursátiles, es fluctuante. Aquí entran en nuestra existencia los “colones”, bueno, más propiamente las “colonas” porque, siento ser machista, pero los hombres nos comportamos mejor en las colas (vale, hay de todo). Tú estás esperando tan ricamente, o no, cuando aparece alguien como en trance, los ojos fijos en un punto indefinido del horizonte, intentando divisar una bromelia en lo alto del Teleno, o algo así, tan absorta y embebida que no se digna saludar y de paso evita fijarse en cuánta gente está esperando y que se pone a mirar en la misma dirección para no perderse algo extraordinario y lo extraordinario es que los perdidos son ellos: la colona está pidiendo saltándose toda la cola. Esta gente que parece tener un síndrome siquiátrico de nombre impronunciable a la primera, lo que en realidad tiene es una carencia total y absoluta de educación.

Hace unos días un chavalín fue pillado in fraganti en una falta, pero lo anoto aquí por el hecho de que no se le ocurrió disculparse, ni a su amorosa mamá, que por allí andaba, pedírselo, y si, en cambio, increparme a mí por no mirar con suficiente amor a su vastaguito Los niños son pequeños, pero tontos, tampoco y aprenden con suma facilidad. “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, decía un tal Pitágoras.

Tal y como está el asunto en España parece que muchos papás no se esmeraron mucho en inculcar buenos principios a su prole a la que hemos encumbrado a base de rebajarnos nosotros. Acaban de hacer un monumento, a pesar de la indignación de algunos cataluñeses, a Blas de Lezo, al que llamaban “el medio-hombre” tipo que con 12 barcos, sólo 6 de guerra, logró que la flota inglesa, 186 buques, levantaran el cerco puesto a Cartagena de Indias, a base de causarles severas derrotas, gesta que aún se estudia en las academias navales como ejemplo de táctica y que el resto desconocemos. Mientras, aquí, en nuestro pueblo, se le rinde un emotivo recuerdo al “pollo de Antequera” en la plaza de Romero Robledo, conocido por otros como “gran elector” por su ausencia de escrúpulos amañando elecciones, sujeto que lo fue todo, en todos los regímenes políticos en la convulsa España del siglo XIX y cuyo nombre está ligado a los mayores escándalos de la época, durante años fue el director de las grandes juergas que se corrían los políticos de la época en Madrid. A mí, esto, me suena a modernidad.

Cito estos ejemplos por no poner otros de los que hablamos estos días, gente vulgar que, también, se cuela en nuestras vidas, cuando lo suyo es entrar en la cárcel por la puerta grande. Lástima que haya que hablar en singular.

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