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La mala educación… vial

● A. Cordero ►Jueves, 30 de septiembre de 2010 a las 0:03 Comentarios desactivados


Que la culpa quedó soltera porque nadie se quiso casar con ella, lo sabemos todos. Nuestro refranero es muy sabio y tiene moralejas para todo; cuando pasa “algo”, todos lo veíamos venir pero nadie es responsable de los hechos… ¡Cuántas veces hemos sido testigos de alguna burrada con mayúsculas que no ha tenido mayor repercusión que la del comentario general en aquellos momentos en los que se ejecutaba el suceso.

Todos hemos sido espectadores al volante o de peatones, de observadores o de víctimas de algún atropello que no ha sido de milagro y que pudo ser…, cuantas veces nos hemos echado las manos a la cabeza cuando alguien se salta un paso de peatones, excede el límite de velocidad o nos cuentan que a Menganito le quitaron el carnet por dar positivo en el control de alcoholemia… Cuántas veces tenemos que frenar de golpe para no atropellar a un peatón que se tira -literalmente hablando- a cruzar, sin mirar, en cualquier parte o en pasos de peatones; por el hecho de tener “preferencia”.

Siempre es el conductor quien acaba pagando los platos rotos cuando la desventura se hace realidad. “El conductor siempre es el malo”, inculcamos a nuestros hijos cuando les avisamos del peligro que corren al cruzar la calle; “viene un coche y te pilla”, “van como locos” y unas cuantas coletillas más que no me caben en el papel…, en cambio, deberíamos aleccionarnos un poco más a nosotros mismos y pensar que en tema de seguridad vial estamos todos muy mal educados: peatones, conductores, conductores que pasean y peatones que conducen.

De poco vale que nos pongan multas, que nos quiten puntos, que nos demos una torta, si no tenemos sentido común…, pero ¿Cuántas veces deberíamos dar la vuelta a la tortilla y ponernos en el lugar del otro?¿Por qué no pensamos en que para el conductor no siempre es fácil parar?¿Por qué no le damos un voto de confianza y por una vez no le echamos la culpa de todo al conductor, si no a nosotros mismos que cruzamos a lo loco? ¿Por qué no nos bajamos del pedestal y nos enfundamos de vez en cuando el traje de la mea culpa pensando que somos NOSOTROS, LOS PEATONES quienes tenemos que dejar alguna vez pasar al coche que también pasa por su camino? ¿Por qué no valoramos un poco más nuestra propia vida y dejamos de arriesgarla cruzando sin mirar a ver si vienen coches o no? ¿Por qué no dejamos de sentirnos poseedores de la razón y dejamos que los demás también disfruten de ese privilegio? Y tantas y tantas preguntas…

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