El 23 de octubre de 1931 participaban en un mitin en León Victoria Kent, Gordón Ordás y Claudio Sánchez Albornoz. Asistió mucha gente y otra mucha hubo de quedar fuera del Teatro Alfageme. Se colocaron altavoces en los cafés Novelty y Central y en las entradas del teatro. Los oradores fueron silbados al llegar, y hubo interrupciones al grito de “nos habéis engañado”, que “bien podían ser de católicos como de comunistas”. Así lo contaba El Diario de León, y ciertamente no eran solo los conservadores leoneses quienes se sentían burlados en las expectativas depositadas en el régimen del 14 de abril:
Desde mitad de junio por lo menos había en León presencia del partido Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista (IRYA), fundado poco antes por Irene Falcón con algunos otros escindidos del PSOE, y cuyo objetivo era “la conquista de la Revolución y llevar a cabo la destrucción total de los elementos reaccionarios que de manera solapada van tomando posiciones ventajosas dentro de la República”. Propagaba un boletín semanal cuyo número 6 salía el 2 de agosto (el 20 de junio había aparecido el número 2, impreso como todos en Gráfica Leonesa: Capitán Galán, 44), y en él, bajo el título de “Silencio…: culpabilidad”, se vuelven a ocupar (ya lo habían hecho en el número 3) del abandono y el olvido en que el Comité Republicano y la Juventud Republicana de la capital han dejado a José García Escudero, el joven herido en Veguellina “por arbitrario disparo de los civiles con ocasión de un mitin allí pronunciado pocos días antes de proclamarse la República”, y lo hacen “recordando sus promesas a quienes para encumbrarse se valieron de todo y de todo se han olvidado”, incluido “que quedó inútil un hombre y no se le presta la ayuda prometida, traicionando al ciudadano que exteriorizó el anhelo popular de entonces en un viva que le costó la inutilidad de un brazo”.
También reprochan a nuestros diputados “que borreguean en el Congreso y que se divierten aplaudiendo las majezas de Maurita”, no haber cumplido con el deber de hacer que se traslade de Veguellina al guardia civil que hirió al compañero, y “que estén aún sin liquidar al doctor Hurtado los gastos de curación de quien generosamente les ayudó a… conquistar la tajada de mangoneo, cuya factura sin abonar sigue en poder de Octavio Canseco, depositario que era entonces del dinero recaudado para presos y expatriados políticos”. Tampoco se supo más, pregona el boletín, de la suscripción abierta por la Juventud Republicana a favor de su afiliado, ni de la lista que La Democracia publicó el 29 de abril, ni se entregó al interesado la cantidad recaudada. Censuran la conducta de estos republicanos que están dando lugar a que el médico haya de acudir a los tribunales para cobrar sus honorarios, aunque a los redentores, dicen, nada les importaría ver en el banquillo a quien calificaron de “mártir de Veguellina.
(Trasladándonos a los antecedentes de lo que desde el boletín se recrimina, en medio de la agitada vida nacional de los primeros meses de 1931 se había producido el 10 de marzo en Veguellina la detención por la Benemérita de 22 personas que se encontraban clandestinamente reunidas, a las que se ocuparon documentos y se condujo a Astorga, hecho notoriamente protestado desde el periódico republicano y socialista La Democracia, se noticiaba entonces en El Diario de León, católico y regional, y casi un mes más tarde, el día 5 de abril, “habían estado en La Bañeza propagandistas republicanos y socialistas desplazados desde León, y a su regreso, por la tarde, se detuvieron en Veguellina para leer ante el vecindario una proclama electoral en la que se alteró el orden y se profirieron gritos subversivos seguidos del intento de la Guardia Civil de disolver la concentración y del uso de sus armas ante la negativa del público a hacerlo y el disparo contra ella que, surgido de entre los concentrados, atravesó el tricornio de uno de los números. De la descarga con la que respondió la Benemérita resultó herido por un balazo que le atravesó el pulmón izquierdo el joven de 23 años José García Escudero, de la Juventud Republicana Leonesa -creada a primeros de agosto de 1930-, al que se trasladó al Sanatorio del doctor Hurtado. Al conocerse la noticia en la capital, se formaron grupos que lanzaron consignas subversivas y que fueron disueltos fácilmente”. Así narraba lo sucedido El Diario de León al día siguiente. En la noche del día 6 fueron detenidos por aquellos hechos y conducidos a la prisión provincial acusados de agresión a fuerza armada los vecinos Francisco y Manuel Luengo Seco, Arcadio y Gerardo Corujo Costales, Antonio Peña Gallego, y José María Rodríguez Montero. El 11 de marzo habría habido en el mismo lugar “22 detenidos en un acto electoral que intentó reproducir la sublevación de Jaca”, un hecho que seguramente alguna fuente confunde con el antes narrado, y del que no hallamos otra noticia ni referencia hemerográfica alguna).
Ya habían antes reprobado desde la publicación “a los acróbatas republicano-socialistas locales que defienden su tajada electoral sin contar con el pueblo, que no tiene un problema político, sino un anhelo social”, y titulando “Sangre obrera” imputan al Gobierno tener las manos sucias y tintas en ella de trabajadores de Pasajes, de Málaga, Sevilla,… muertos por la Guardia Civil (¿aún y hasta cuándo se mantiene a la Benemérita, bastante después de la proclamación de la República?, preguntan), y le encaran el diferente trato dado a los enemigos de la patria, responsables –y aún no responsabilizados- de las calamidades y desastres desencadenados sobre el sufrido pueblo, y el dispensado a la gran masa obrera que votó a la República y barrió a sus enemigos, y haber inaugurado trágicamente sus gestiones ametrallando a los proletarios y prometiéndoles todavía más metralla de “sus” guardias civiles y “su” Guardia de Asalto, para rematar afirmando que “una República así no la queremos los obreros. Ni a tales republicanos. Así solo pueden quererla sus enemigos: el reaccionarismo, el caciquismo, el clericalismo”, y señalando a los señores ministros socialistas que “el régimen que quiere el pueblo es el mismo del que vosotros habéis renegado”, estadistas de aluvión que tan solo pretenden cambiar los signos pero sin remover los fundamentos sociales y muro de contención frente a quienes, como ellos y otros (los afiliados a la CNT y la FAI), aspiran a su derribo y a la reedificación de una nueva República efectivamente “de trabajadores de todas clases”.
Aquella radical y contestataria formación (que se disolvería en 1932, cuando se integre, junto con el Partido Social Revolucionario, en el minoritario Partido Comunista de España), cuyo comité local se hallaba en la calle Serradores, 8 de León, ya se había despachado en su segundo boletín (en el que como en los restantes llama a los trabajadores leoneses a adherirse –en agosto su sede ya ha cambiado a la calle San Francisco, 15- y a leer Nosotros, la revista afín a sus postulados creada en 1930) contra las tres fracciones republicanas en litigio, las de la conjunción republicano-socialista y los “juníperos” de la derecha liberal republicana, “cínicos partícipes en la farsa electoral (estaban convocadas para el 28 de junio elecciones a Cortes constituyentes) enzarzados en su pugilato de ambiciones”, a los que promete hacer saber pronto “lo terrible que es la justicia del pueblo para los farsantes que piensan escarnecerle y engañarle impunemente”.
Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)