Internet es un arma mortífera. No lo suelto con afán apocalíptico. El comentario lo destino más bien a instruir (y prevenir) a aquellos que quieran entrar a jugar en la era de la información.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es que la Red es un amasijo de mensajes en uno y otro sentido que creamos entre todos. Y como cualquiera es emisor y receptor a un tiempo, algo a considerar a la hora de sentarse ante la pantalla es que en el mundo arroba tiene cabida el catedrático y el psicópata. Sabido esto también es importante discernir entre Internet como fuente de información, como vía de entretenimiento o comunicación y como altar de ególatras. Son estos dos últimos puntos los que más me preocupan.
Decía Warhol a finales de los 60´s que todos tendríamos en el futuro nuestros 15 minutos de fama. No iba desencaminado. Hemos creado una plataforma en la que más allá de buscar y compartir datos, perseguimos el lucimiento personal. Para lograrlo, cualquier cosa vale. Porque además del talento se premian con famoseo otras «virtudes» menos íntegras. Mentir. Difamar. Ridiculizar (a otros o a uno mismo). Abusar. O denigrar. Cuanto más mediocre, más susceptible de éxito. Ya tienen la gasolina. Ahora imaginen que las grandes multinacionales ponen a nuestro alcance una tecnología capaz de grabar, reproducir y subir a la Red casi al instante. Boom! El bullying ha pasado de ser un fenómeno marginal al top ten de Youtube. Un liderazgo que pugna con vídeos de contenido misógino, xenófobo o directamente patético.
Siempre que se hace mal uso de algo se busca la misma respuesta: Legislación. Yo quiero poner otra palabra encima de la mesa: Educación. Internet es un arma mortífera y conformarse con penalizar a quien toca gatillo no es suficiente.