Mientras que el olor a gasolina y el ruido ensordecedor de las motos llena el ambiente en las calles bañezanas, rebusco en mi enmarañada mente las palabras que definan un estado festivo que da sus últimos coletazos: Inventario. Diez días previos en los que la única obligación era pasarlo bien y los derechos muchos; tantos que posiblemente se me escape alguno: abusar de los horarios y la bebida sin demasiado orden, llenar las calles de basuras sin pensar en los que tienen que limpiar, que a pesar de que le pagan para eso, también están de fiesta. Pasarse por alto todas las leyes que impidan pasarlo bien y disfrutar a tope estos días en los que, desde que los niños se apuntan a las peñas parece que todo está permitido. Al menos, parece ser que no ha habido que lamentar daños –de esos que traspasan las barreras del hogar propio y el de los amigos y eso, a la hora de hacer un buen inventario, es un punto positivo.
Según informes de la concejalía de fiestas los días dedicados al festejo fueron todo un éxito, en cuanto a la afluencia de público. Posiblemente para los niños y jovenzuelos, peñistas por primera vez, se habrán pasado demasiado rápido. Las madres de esos niños desearán, probablemente, que las próximas tarden mucho más en llegar al calendario de la pared que en los planes de sus hijos; para los hosteleros quizás los efectos de la crisis se notaron más de lo que esperaban sus cajas a la hora de hacer cuentas. Tal vez los empleados de la limpieza viaria, hayan lanzado más de un improperio a la hora de llegar al trabajo y no saber por dónde empezar, con el agravante añadido, muchas veces, de cargar con la culpa popular que no les corresponde… y suma y sigue.
Cada vez que alguien hace un inventario de eventos ya pasados, suele arrimar “el ascua a su sardina” y creerse poseedor de la razón, por eso es bueno crearse más de un personaje y dar la palabra a cada uno de ellos que, seguramente, tendrán su propio juicio y cada versión de la realidad tendrá el punto de vista correcto y la resolución acertada. Cada cual que coja su parte del inventario y la difunda, que la ciudadanía escucharemos atentamente todas las versiones que haga falta. Esa hartura de versiones hará que poco a poco, los espectadores, se formen su propia hipótesis y su propio inventario.