José Cruz Cabo
Este pasado viernes tuvo lugar en la Biblioteca Municipal, dentro de los actos culturales preparatorios para la Semana Santa, una conferencia organizada por la Cofradía de las Angustias y Soledad a cargo de la escritora y poeta local Mª Ángeles Cordero Domínguez, quien nos emocionó y nos enorgulleció de los grandes conocimientos que sobre esta cofradía posee, explicando el pasado, el presente y el futuro del Santo Potajero.
Comenzó remontándose a los orígenes de esta costumbre que se inició hace cuatrocientos años para los pobres de la ciudad, concretamente doce, que tenían que confesar y comulgar y se les daba a las puertas de la capilla. En principio eran en tres fechas del año y al final quedó solo en una. Apoyándose en escritos de los dos cronistas oficiales de la ciudad, José Marcos de Segovia y Conrado Blanco González, fue comentando esta costumbre con sus cambios a través del tiempo y ciñéndose a un acuerdo del cabildo del siglo diecinueve, en el que se dice lo que hay que repartir en esa comida que las Angustias tiene que dar a los pobres y los presos de la cárcel, además de los actos a celebrar.
Comenta que la procesión de la pequeña talla de Cristo con la cruz a cuestas, denominada popularmente como el Santo Potajero, fue suspendida al hacerse cargo el párroco anterior a Don Arturo como encargado de El Salvador, Rogelio García San Román, y fue don Arturo Cabo quien la volvió a reiniciar pujada por niños y niñas hermanos de la cofradía con sus túnicas, como se sigue haciendo en la actualidad. Hay que comenzar con la elección de los personas que van a cocinarlo, poner el bacalao en remojo y que se debe dar al que vaya por él una cacetada de potaje, un trozo de bacalao, una naranja y una pasta.
Explicó en qué consistía el potaje y que el pasado año se habían repartido 3.000 raciones, para después hacer un repaso sobre las noticias que en diferentes entradas de internet se habla de esta costumbre; en unos casos se decía que era una jornada religiosa y social y en otros se evitaba lo de religiosa y se decía que era una costumbre turística y gastronómica. Después se centró en que era una jornada del miércoles Santo, de cuatrocientos años de antigüedad, que comenzaba con una misa en la capilla de la cofradía, la procesión de los pequeños con el Cristo denominado el Potajero, que después se bendecia el potaje y se repartía a todo el que llevaba la cazuela o tartera en poco más de una hora.
Finalmente comentó que era muy importante que se siguiera celebrando la procesión llevando los niños y niñas las andas, porque era una cuna de futuros pujadores para el día de mañana, ya que muchos al crecer y hacerse jóvenes seguirían pujando los pasos más grandes. Animó a la Cofradía a que mantenga esta tradición año tras año y a que se busque la manera de que en las redes sociales de internet se hable de que es una costumbre religiosa y social y al mismo tiempo turística, ya que tiene el carácter de fiesta de interés turística provincial y hay que potenciarla para que llegue a ser nacional, dado que en ningún pueblo de Castilla y León hay una fiesta religiosa, social y gastronómica como ésta. Fue muy aplaudida, dada su sencilla y elegante manera de tratar el tema, y de hacerlo comprender a los oyentes que casi llenaron el salón de la Biblioteca.