José Cruz Cabo
De sorpresa me cogió el fallecimiento de nuestro estimado vecino Raimundo Requeijo Cortiñas, fundador de Bacalaos Raimar y una persona trabajadora, afectuosa, caballerosa y amable, al que durante veintisiete años nos tocó a mí y a mi familia de magnífico vecino junto a su esposa Oliva y su hija Ana, a la que vimos crecer y siempre nos unió una gran amistad, pues la relación de ambas familias fue siempre cordial, cariñosa y desprendida.
Raimundo fue una persona profundamente trabajadora, que supo crear un negocio próspero y que fue ampliando a medida que avanzaba. Siempre bien apoyado por su esposa Oliva y su hija Ana una vez que finalizó los estudios, ya que Raimundo era una persona de buen trato, muy trabajador y sobre todo fiel cumplidor de sus compromisos y de su tarea. Su palabra era un seguro bancario, pues cuando la daba, nunca dejaba de cumplirla a rajatabla.
Fueron muchos los momentos de conversación tanto en la calle o en el negocio, como en distintos bares que nos encontrábamos, pues era una persona sensata, afectuosa y de amena charla. Como buen gallego era reservado para sus cosas, pero leal y amable con sus amigos, conocidos o clientes. Nunca le vi un mal gesto y siempre estaba dispuesto a la invitación, si era necesaria.
La verdad es que siento enormemente su fallecimiento, dado que fue imprevisto y no me lo esperaba, pero en estos tristes momentos solo nos queda, a los que le conocimos y tratamos, apoyar a su esposa, a su hija e hijo político y a sus dos nietas, ya que se quedan sin una persona que llenaba sus vidas y que ahora añoraremos mucho. En estos momentos de dolor les envío a todos mi más cordial y afectuoso sentimiento y a Raimundo espero verlo algún día en el más allá.