Hace unos años que en La Bañeza ya no hablamos de construir una plaza de toros ni de volver a organizar aquellas monumentales corridas que se celebraban con motivo de cualquier festejo de otra índole, fuera civil, religioso o militar. La afición taurina bañezana tiene que conformarse con salir a san Juan a León, a los festejos maragatos en la ciudad vecina o, bajando la categoría, con los espectáculos de tercera que se pueden desarrollar en una plaza portátil. Cada vez está menos de moda la Fiesta nacional y quienes la defienden son tachados de asesinos. Parece que nos hemos vuelto locos.
Ya casi nadie defiende en público que paga un montón de duros en una reventa por entrar en la Maestranza, en Las Ventas o en la Monumental una tarde de corrida porque, además de verdugo, le llamarán malgastador. Pero lo peor está todavía por llegar, porque ahora, además de sayón y derrochador, le llamarán delincuente y podría ir a la cárcel. De momento es Cataluña, pero si en aquella zona han pasado ya la gripe pronto vendrán otros con la tos; por eso de las facilidades de contagio que tienen algunas enfermedades…
En 15 días escasos La Bañeza iniciará sus fiestas patronales para las que ya hay programa y cuyo cartel luce en algunos cristales. Pero ninguno anunciará festejo taurino ni tarde de faena en plaza portátil. Muy pocos hablarán estas fiestas de toros y casi nadie de hacer una plaza en la ciudad. Cambian los tiempos y una fiesta necesita muy poco para convertirse en motivo de discusión, en tema político y en un serio problema para quienes hasta ahora vivían de la ganadería de lidia o como las modistas catalanas que cosían capotes y trajes de luces.
Se prohibirán también las muñecas flamencas que hacen juego con los toreros en plena faena y que tradicionalmente han servido de icono nacional sobre el televisor en más de una casa. Y Televisión Española borrará de su archivo el programa ‘Tendido Cero’. Y no se construirán más plazas de toros donde, como en La Bañeza, siempre hubo afición y dispuestos a iniciar la obra. Y las existentes se convertirán en espacios destinados a la cría de especies en extinción. Y los toreros serán obligados a dar conferencias acerca de la protección de la fauna. Y obligarán a Osborne a cambiar su logotipo y retirar de las carreteras el emblema al que le ha tocado defender más de una faena. ¿A dónde vamos a llegar?
Se ha prohibido la Fiesta en un momento complicado de estatutos y de mayorías, de crisis y de dificultades en el Gobierno; pero también se ha dejado a más de un aspirante a torero catalán con lágrimas en los ojos en el momento de salir al ruedo de su Monumental y ver que tendrá que buscar otra capilla y otro albero para una tarde de gloria fuera de sus fronteras. El desdichado catalán guardará su traje de luces para otra ocasión porque ahora, más que nunca, cuando salga a una plaza en tierra de otros le tocará demostrar que igual que Manolete, los colores purísima y oro se pueden seguir llevando con orgullo hasta el final.