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Cuatro años para elegir enredabailes

● Polo Fuertes ►Jueves, 28 de octubre de 2010 a las 0:02 Comentarios desactivados


Decía el bueno de Cicerón aquello de “es propio del hombre el errar, pero sólo del tonto, el permanecer en el error” (Cuius bis hominis est errare, nulius, nisi insipientis en errore perseverare;o algo por el estilo, que cito la frase de memoria). Me estoy convirtiendo en un agnóstico político. Sobre todo de los políticos profesionales. Unos políticos profesionales que ya son todos (o casi), porque el que pica… Joder, que ya no hay quien lo eche del círculo de enredabailes.

Ya digo, me estoy convirtiendo en un agnóstico político, atendiendo a la mejor interpretación filosófica del término. Porque me niego a entender el por qué de su pasión por el bastón de mando. Soy de una generación que nació en plena posguerra incivil y, durante 37 años, estuvimos esperando el santo advenimiento de la democracia, que sólo conocíamos por los libros, prohibidos en su mayor parte. Y cuando llega la hora, cuando por fin abrimos la persiana de la libertad, nos encontramos con que lo político no deja de ser una profesión como otra cualquiera y la mayor parte de esos enredabiales (término vulgar que hoy propongo como sinónimo de político) se vuelven a presentar para ser elegidos cada cuatro años.

Con esta filosofía por delante y la nueva acepción o sinónimo dados a la palabra ‘político’, me niego a seguir sufriendo, a seguir escribiendo, a seguir reivindicando el añorado circuito permanente de velocidad para La Bañeza. Por lo menos, al lado de todos los enredabailes que han enredado las cosas para que no esté ya ejecutado el proyecto…, ni empezado. Y ahora se enzarzan en una polémica estéril que no han logrado subsanar en los últimos diez años, los últimos cinco años, o los últimos tres años.

Me niego en rotundo. Sería como seguir permaneciendo en el error de los tontos que decía Cicerón, por el mero hecho de que cada vez que salta una nueva sede para hacer un circuito, nuestros enredabailes se pongan como basiliscos, como herejes porque no han sido capaces de poner en marcha el nuestro. Algo tan sencillo como decir sí a su voluntad (voluntad de enredabailes, al fin y al cabo) de querer hacerlo que, según ellos, la tienen todos.

Yo lo siento ahora por mis buenos amigos los mineros de Torre del Bierzo, Villagatón-Brañuelas e Igüeña, porque han entrado en la coctelera, ¿qué digo?, en la centrifugadora en la que llevamos metidos los bañezanos más de 20 años, para ser mareados por activa y por pasiva, cada vez que se aproxima una precampaña o campaña electoral, con el dichoso circuito que ahora han sacado para ellos de la chistera de los fondos Miner.

Me entero que hay ahora otra pasada de circuito, como la de La Bañeza y la del Bierzo Alto, en tierras gallegas de Vigo. ¡Ay salao!, cuidadín con eso, que en Pontevedra y Coruña fueron también moteros de altos vuelos, cuando en los campeonatos de España de Motociclismo puntuaban las pruebas de los circuitos urbanos. Cuidadín, cuidadín, que Vigo tiene una fábrica de coches y necesita cerca un recinto de pruebas. Y eso sí que hace mella en los enredabailes de turno.

Cuidadín, cuidadín, que a lo peor hay que escuchar ahora otra parida como la de la consejera Salgueiro y la presidenta Carrasco, de que pueden cohabitar (con perdón) tres circuitos permanentes de velocidad en el Noroeste español, que era la contorna para lo que estaba proyectado el circuito de La Bañeza en principio. Cuidadín. Que los enredabailes andan sueltos como máscaras de Halloween y sin control. Cui-da-dín.

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