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El cuñado del bañezano Fray Diego Alonso que Franco fusiló

Publicado por Ibañeza.es el 24/07/2022 8:47 Comentarios desactivados

Con ocasión de la presentación en La Bañeza en la tarde del próximo día 28 de julio, en el Centro Cultural de las Tierras Bañezanas, de la Primera Parte: El Golpe, de mi libro Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León (publicado recientemente por Ediciones del Lobo Sapiens), una investigación que me ha ocupado más de ocho años, y en la que el espacio dedicado a narrar lo sucedido en julio de 1936 y después en La Bañeza es extenso y destacado y ocupa muchas páginas, permítanme que tome de entre la amplia información que la obra recoge, mucha de ella desconocida hasta el presente, y les acerque hoy aquí la siguiente:

Madrid, abril de 1936. Pilar Gobernado (en la segunda fila) y otros alumnos del Instituto Escuela y de la JAE.

A quienes en la comarca bañezana padecieron los rigores del franquismo cabe sumar a originarios de la misma represaliados en otras localidades en las que habían terminado avecindándose, como lo fueron, en Bilbao el natural de Jiménez de Jamuz Bernardo Carro Vidal, ugetista apresado en la toma de Santander que sufriría encierro en el Campo de Concentración de la Universidad de Deusto y en la Prisión de Larrinaga, y el nacido en junio de 1894 en el mismo pueblo Cristóbal Peñín Alonso (“o Cacharreiro”), socialista, presidente de la Sociedad Cultural Obrera y de la Agrupación Socialista local, miembro de la UGT y pastor protestante (evangélico) en la pontevedresa villa de Marín, preso cuando la revuelta de octubre de 1934 y fusilado en Pontevedra el 14 de septiembre de 1937.

También a Leodegario Pastor Verde natural de San Román del Valle (Villabrázaro, Zamora), industrial, detenido en 1940 en Madrid, donde vivía, enviado a la cárcel de Atocha, sometido a consejo de guerra sumarísimo y posteriormente trasladado a la prisión de Pastrana (Guadalajara), donde fue fusilado el 9 de enero 1941 a la edad de 54 años. Era este (viudo se informa en 1943; en febrero de 1940 se dice de su mujer –la bañezana Teodora Alonso Nistal, nacida en 1876–, ya en libertad, que también ha estado detenida), pintor y gerente de Cervezas La Polar, y padre de dos hijos, de los cuales el varón, Diego Pastor Alonso, nacido en la Plaza de la Piedad de La Bañeza en 1912, escultor-decorador, comunista desde 1931, activista de las Juventudes Socialistas y secretario sindical de distrito en Madrid, procesado en 1935 y amnistiado en febrero de 1936, Comisario político de diversas Divisiones durante la guerra, exiliado a Rusia, donde trabajó en Jarkov y Cheliavinsk, y voluntario en su ejército, desaparecía en octubre de 1942 cumpliendo una misión en el frente de Leningrado (según datos del archivo del PCE).

En la España franquista quedaban pasando no pocas privaciones y penurias su hijito Diego y su mujer, Pilar Gobernado, antigua alumna del Instituto Escuela y de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE), partícipe en mayo de 1932 en el Teatro y el Coro de las Misiones Pedagógicas, y durante la guerra enfermera del Socorro Rojo Internacional -SRI- o de la Cruz Roja (nos decía Diego Pastor Gobernado hace algún tiempo).

Según el Acta de nacimiento del Registro Civil de La Bañeza, a Diego Amalio Victorino Pastor Alonso, se le declara el 8 de noviembre de 1958 “fallecido a partir del año 1939”. Su madre, Teodora (maestra), era hermana de Fray Diego Alonso Nistal, capuchino que fue en 1923 obispo y vicario apostólico de Caroní, en Venezuela, fallecido en mayo de 1938 y a cuya honra se dedica desde antes de su óbito una plaza en La Bañeza.

Procede lo anterior del libro que ahora presentamos, publicado con la colaboración de la Diputación Provincial y su Instituto Leonés de Cultura, y los Ayuntamientos de La Bañeza, Astorga, Santa Elena de Jamuz, San Andrés del Rabanedo y Santa María del Páramo; que han valoración en el ILC como “un libro de singular importancia para el conocimiento de la historia reciente de nuestra provincia”, y que con sus 828 páginas, referencias de casi 3.000 personas y más de 500 lugares provinciales, un centenar largo de imágenes de época, y sus 1.200 notas a pie de página, es mucho más que el relato más completo y detallado del golpe militar de julio de 1936 en los pueblos, villas y ciudades de la provincia de León.

No ha sido posible acompañar la presentación de esta obra en La Bañeza –como se ha hecho y se hará en otros lugares– con la Exposición Los dibujos de Felipe García Prieto, “topo” en Astorga durante la Guerra Civil, contra el fascio y la guerra, gratuita y basada en contenido del propio libro y en documentación hallada en archivos a lo largo de su elaboración. Una colección de escritos y dibujos elaborados en su escondrijo por el joven astorgano perseguido por la justicia de los facciosos, que muestra su particular percepción del fascismo y de la guerra que él mismo sufría; que creemos que vale la pena conocer hoy, más de ochenta años después y cuando la historia se repite con una nueva contienda en Europa y el auge por doquier del fascio renovado; que tiene, lamentablemente, plena vigencia y es de triste actualidad; y que, a la espera de traerla quizá más adelante a La Bañeza, podrá contemplarse del 26 de julio al 12 de agosto en la Casa de Cultura de Jiménez de Jamuz.

José Cabañas González es autor de las siguientes obras:

La Bañeza, 1936. La vorágine de julio (Volumen 1, publicado en 2010, y Volumen 2 –en 2 Tomos–, publicado en 2013).

Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet (agosto 1938 – mayo 1939). Prisioneros catalanes en el “gulag” de León (publicado en 2019 en Ediciones del Lobo Sapiens, como los anteriores, y en 2020 una edición en catalán en Ediciones Base).

Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León (libro en preparación y próximo a publicarse, también en Lobo Sapiens).

(Más información en www.jiminiegos36.com)


Cuando el Programa de las Fiestas Patronales no gustó a la Benemérita (y II)

Publicado por Ibañeza.es el 9/08/2021 8:31 Comentarios desactivados

Cartel de las fiestas de 1970.

La Bañeza, agosto de 1970

Comandaba entonces el cuartel o puesto de la Línea de La Bañeza el teniente guardia civil Alfredo Álvarez Álvarez-Fernández, perteneciente a la 612ª Comandancia de León, quien, llegado a sus manos el día 6 de agosto el programa de las fiestas patronales, vio al examinarlo, con sorpresa poco grata, el artículo firmado con pseudónimo en el que aparecen las frases poco afectivas (sic) para el Cuerpo “Nunca me han gustado los guardias civiles. Son secos, escuetos, lacónicos, espartanos. No son simpáticos. Al menos a mí, desde niño, nunca me lo han parecido”, que el benemérito subraya (como hace con las referidas al tricornio y a la cara hierática de la pareja que por la noche patrulla en La Bañeza) en el ejemplar que como prueba y junto con el atestado instruido remite al general gobernador militar de León.

La autoridad castrense provincial, realizadas averiguaciones que determinan que el tal Chencho es Florencio Pérez García, natural de Oteruelo de la Vega, de 26 años, casado, domiciliado en La Bañeza, de profesión periodista (“en 1967 estudiaba en León Magisterio, carrera que aún no finalizó, llevando en la capital vida bohemia”, apunta el informe policial), que citado a comparecer en el cuartel lo hace y reconoce ser por propia iniciativa el autor de aquel escrito, que –afirma– “nunca creyó que molestaría a nadie”, a pesar de lo cual el teniente lo detiene por el delito de insulto e injurias a Fuerza Armada y, a disposición de la citada autoridad, lo conduce a la Prisión Provincial (en el Paseo del Parque desde junio de 1965, clausurada entonces “la carcelona de Puerta Castillo”), en la que queda recluido.

Desde el Gobierno Militar ordenaban al día siguiente al comandante de Infantería Albino Casares Garrido, titular del Juzgado militar eventual de León, proceder a la incoación de las Diligencias previas, determinando este a finales de septiembre que las frases vertidas en el artículo, susceptibles de ser consideras injuriosas para un organismo militar y expresivas de opinión desfavorable para el de la Guardia Civil, emitida con publicidad, pudieran constituir una falta de ligera irrespetuosidad y ofensa para esta, no habiendo existido en el encartado ánimo de injuria, elevando por medio del Auditor de Guerra de la Séptima Región Militar tal propuesta al Capitán General de la misma, junto con la de imposición al periodista del correctivo de ocho días de arresto, que “en atención a la carencia de aquel ánimo, a ser casado, y a su arrepentimiento, podrá ser domiciliario”.

En Valladolid se acordaba el 23 de enero de 1971 que “ni del conjunto del artículo de referencia, ni de sus frases literales, se desprende que el paisano Florencio Pérez García haya atribuido a la Guardia Civil conceptos ofensivos, por lo que se termina el presente procedimiento sin declaración de responsabilidad”.

Juan Florencio Pérez García (“Chencho”, o “Pérez Chencho”), nacido en 1946, fallecía en León el 24 de marzo de 2008. Titular de una larga trayectoria profesional, había ejercido el periodismo en Proa (más tarde, y hasta su desaparición La Hora Leonesa) y como cronista deportivo (con el pseudónimo de “Johan Gamper”) en La Hoja del Lunes. Desarrolló labores en el servicio de prensa de la Universidad de León, y fue columnista de La Crónica, y comentarista deportivo, en sus primeros años. En Diario de León firmaba desde hacía más de una década la columna de opinión Balcón del pueblo. Publicó libros como Política y armonía y Hablando de León sin ira.

José Cabañas González es autor de las siguientes obras:

La Bañeza, 1936. La vorágine de julio (Volumen 1, publicado en 2010, y Volumen 2 –en 2 Tomos–, publicado en 2013).

Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet (agosto 1938 – mayo 1939). Prisioneros catalanes en el “gulag” de León (publicado en 2019 en Ediciones del Lobo Sapiens, como los anteriores, y en 2020 una edición en catalán en Ediciones Base).

Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León (libro en preparación y próximo a publicarse, también en Lobo Sapiens).

(Más información en www.jiminiegos36.com)


Cuando el Programa de las Fiestas Patronales no gustó a la Benemérita (I)

Publicado por Ibañeza.es el 2/08/2021 8:01 Comentarios desactivados

La Bañeza, agosto de 1970

Leandro Sarmiento Fidalgo era en agosto de 1970 alcalde desde el inicio de aquel año, tras sustituir en el cargo a su hermano Fidel, que lo había ejercido a lo largo de los cuatro anteriores, y llegado el mes de agosto, a su comienzo publicaba el Ayuntamiento el programa oficial de festejos en honor de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Asunción, cuya festividad del día 15 caía en está ocasión en sábado.

En el colorista cuadernillo que daba cuenta de las celebraciones y actividades con tal motivo programadas se incluían, además de anuncios de las industrias y comercios locales, algunas colaboraciones literarias, una de estas el siguiente relato, acompañado de una imagen de la Iglesia del Salvador, firmado por “Chencho” y titulado

Con “sabor”

Eran las tres. Las tres de la madrugada paridera de quietud. No se oía, en ese instante, ni el eco del silencio. Nada. La Bañeza dormía.

Decidí pasear por sus calles a esa hora. Desenterrar, estudiar a una ciudad en la profunda soledad de la noche. Me levanté de la cama, me duché y salí con el ánimo dispuesto a la meditación.

Respiré hondo. Con paso lento y lento llegué a la Plaza Mayor. Solo dos guardias civiles, con cara hierática y tricornio calado hasta las orejas, departían amigablemente. Me acerqué a ellos.

–Buenas noches.

–¡Qué hay! Buenas noches. Contestaron al unísono clavándome sus ojos analíticos.

–Hermosa noche, ¿verdad? Les dije al tiempo que les ofrecía un cigarrillo.

–Espléndida.

–Sí ciertamente. Es espléndida. Voy a dar un paseo largo, tranquilo, sin pararme con nadie. ¡Hasta luego!

–Adiós. Respondieron.

Me alejé. Nunca me han gustado los guardias civiles. Son secos, escuetos, lacónicos, espartanos. No son simpáticos. Al menos a mi, desde niño, nunca me lo han parecido.

Sin saber por qué, seguí la dirección de la calle Gral. Franco. La Plaza los Churros apareció urgentemente ante mis ojos. Me acordé entonces de Casio, ese hombre del minúsculo metro, que tantos y tantos años colaboró en el desayuno de los bañezanos. También de Nistal, fumador empedernido, 20 puros pequeños y cuatro farias cada jornada, quien diariamente nos sirve la prensa con las noticias mundiales.

Continué por la calle José Antonio. Me consideraba a mi mismo, esa madrugada, como una soledad poblada de memoria. Recordé facetas de mi vida: estudiante, periodista, novio, marido…

Sumido en mis pensamientos llegué al Seminario. Acacias frondosas, en solemne posición de firme, me recibieron. Empezaba a amanecer. Desde allí contemplaba a La Bañeza y quería desgranar lo que veía: la eternidad de sus casas envueltas aún en sombras, la torre de la iglesia, la cúpula del Ayuntamiento, la chimenea de la Azucarera…

Pero detrás de los cristales de sus casas, rezando en sus iglesias, paseando por las calles, hay gentes que ríen y que sufren y dan una fisonomía propia a cada lugar.

Efectivamente los pueblos tienen “alma”. Hay pueblos tristes o alegres, trabajadores o uraños. Igual que las personas.

¿Cómo es La Bañeza?… Dentro de unas horas, cuando ya se haya desperezado del sueño, cuando la ciudad comience a bullir, cuando los cohetes surquen el espacio anunciando fiesta y alegría, con el abrazo y el saludo presto al forastero, departiendo, en inagotable “alterne”, la sal y pimienta de su carácter.

Aquel que dijo: “Los bañezanos todos gitanos”, debía ser una persona muy inteligente. Sí, tenía que ser muy listo. Acertó plenamente en la definición.

Porque los bañezanos somos gitanos. Pero no lo que entiende el vulgo por gitanos, no. Nosotros somos gitanos con “casta”, con salero, con gracia, fuerza, temperamento, autenticidad, “sabor”.

Así somos los bañezanos: Con “sabor”.

Chencho.

José Cabañas González es autor de las siguientes obras:

La Bañeza, 1936. La vorágine de julio (Volumen 1, publicado en 2010, y Volumen 2 –en 2 Tomos–, publicado en 2013).

Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet (agosto 1938 – mayo 1939). Prisioneros catalanes en el “gulag” de León (publicado en 2019 en Ediciones del Lobo Sapiens, como los anteriores, y en 2020 una edición en catalán en Ediciones Base).

Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León (libro en preparación y próximo a publicarse, también en Lobo Sapiens).

(Más información en www.jiminiegos36.com)


El Estatuto de Castilla y León (o de León y Castilla) en 1936 (II)

Publicado por Ibañeza.es el 11/11/2019 8:03 Comentarios desactivados

La autonomía defensiva, paradójica y antirrepublicana

Expone en la misma fecha Isaac Abeytua en La Democracia, en su artículo “El quimérico sueño del cantonalismo reaccionario”, que “los monárquicos, los cedistas y sus satélites, creen haber descubierto en el estatutismo un medio eficaz de quebrantar a la República y han decidido atomizar a España multiplicando las autonomías regionales. La idea parece grotesca, pero es odiosa. Las derechas han afirmado que el Estatuto de Cataluña causa un grave perjuicio a la Hacienda nacional; unos cuantos estatutos más llevarían al país a la ruina y desintegrarían España, y para que esa catástrofe se produzca van a pedir cuantos estatutos puedan. Los estatutos deben pedirlos libremente las regiones y no los caciques que las mediatizan. Castilla no ha sentido nunca la necesidad de ser una región autónoma, y es poco verosímil que los castellanos se pongan ahora de acuerdo para este fin. Lo que más interesa a Castilla es recobrarse a sí misma y emanciparse de las oligarquías aldeanas que la aíslan espiritualmente del resto de la nación; lo que más necesita es que la dejen expresarse libremente en las urnas los feudales políticos que maniatan a los labriegos por medio de la usura, el confesionario y el reparto vecinal; y si limpia de estas taras acaso Castilla quiere un Estatuto, la República accederá a la demanda, pero no cuando lo deseen, con dañina intención, los enemigos del régimen y de las autonomías”. Divertida paradoja la de las derechas: siguen pensando lo mismo de las autonomías regionales: que significan la ruina económica y geográfica de España…, y en su consecuencia, deben de ser autónomas todas sus regiones, incluso las que nunca se han preocupado por serlo. Se quiere ir a una campaña de agitación regional; se quiere complicar más aún la vida de la República creándole preocupaciones innecesarias, dice el periódico leonés, que lo toma del Heraldo de Madrid, afirmando tres días más tarde que “dadme un estatuto y acabaré con todos”, parece decir Gil Robles remedando a Arquímedes.

No se había hecho en los años anteriores alusión alguna desde la publicación socialista leonesa al regionalismo castellano-leonés o al leonesismo como fórmulas que pueden instituirse para resolver los problemas de la región o de la provincia. En una sola ocasión y en una colaboración de J.M. Luengo, muy en los albores del nuevo régimen republicano, se mencionaba la necesidad de que León articule su propia vía regionalista sin que tenga nada que ver con Castilla, atendiendo a sus propias peculiaridades y especificidades, y no se había vuelto a insistir más desde La Democracia en aquella cuestión.

Dirá El Diario de León el 27 de mayo que M. Bañuelos, un médico vallisoletano que ha roto muchas lanzas en pro del autonomismo de León y Castilla, acaba de publicar unas “posibles bases políticas y administrativas” del estatuto de Castilla y León, coincidentes con lo manifestado por Antonio Álvarez Robles hace unos días en aquella asamblea derechista, que contemplan un Consejo Supremo de Castilla y León, redefinen a las diputaciones como Consejos Provinciales, y reclaman para el Consejo Supremo y para la Asamblea de Consejos castellano-leoneses las mismas atribuciones de la Generalitat de Cataluña y el Parlamento catalán. Expone el mismo día J. González en el suelto “El Estatuto de León-Castilla”, que “los pueblos fuertes, Japón, Inglaterra, Alemania (donde el genio de Hitler amasó un pueblo de disciplina férrea y virtudes colectivas envidiables), Italia (en ella Mussolini lleva trazas de hacer no solo un imperio, sino lo que vale más: un pueblo), se apiñan en una sola asociación unitaria; aquí, la moda autonomista nos invade y el afán disgregador nos empuja y arrastra, y en esta calamitosa situación solo le queda a la región leonesa-castellana un dilema: o toda España unitaria, o, de haber autonomía, nadie tiene tanto derecho a ella como León y Castilla. Lo que nos conviene es una sola España (mejor sería una y sola Iberia con Portugal). Vamos deprisa a deshacer a España, y en este plan nadie como León y Castilla (con Asturias) con más derecho a constituir un autonomismo que sea célula regeneradora de grandeza”. A primeros de junio continuaba el diario regional capitalino publicando artículos de aquel colaborador bajo el mismo título, en los que narra la historia de España, “cuyo surco comenzó a torcerse a la muerte de los Reyes Católicos”, sostiene, y tratando de argumentar “las pretensiones de unidad de las regiones (por la que aboga) frente a su autonomismo”.

También desde el diario La Mañana José Pinto Maestro, su director desde su fundación en 1928 hasta su ya pronta incautación por los nacionales, participa al inicio de julio (en un número que “ha sido visado por la censura”) de aquella visión del autonomismo como disolvente de la unidad española y retroceso en la tendencia histórica, a propósito de “su desmembración consumada días antes con la votación (sinceramente, o con trampa y cartón) del Estatuto Gallego”, y de la obligada necesidad del de Castilla y León (una vez que Castilla nos asoció a su proyecto de Estatuto), “en el sarampión de las autonomías, para igualarnos con todas las demás regiones españolas, evitando los privilegios y la desigualdad, única forma de conseguir que, ante la inutilidad de las ventajas, todas se sometan de nuevo a la unidad”, y llama, ahora que aquella votación en Galicia puede animar a Castilla a defender en solitario el suyo, “a todos (porque no es cuestión de derechas ni de izquierdas) a que León se prevenga, no por su autonomismo, sino para poder aportarle a la región castellana el prestigio de su personalidad para ser una aliada, a una cruzada cuyo lema es ‘León por encima de todo”.

A la mitad del mes se celebraban en Santander, entre autoridades municipales, provinciales y otras, montañesas y de Burgos, reuniones preparatorias para la redacción del Estatuto Castellano, “de acuerdo en primer lugar con las demás provincias que constituyen la tradicional Castilla la Vieja”, se dirá el 18 de julio, anunciándose el nombramiento de ponencias y comisiones de propaganda y la reunión en Burgos de una magna asamblea en la que el Estatuto habrá de quedar casi perfilado, “para defender los intereses de Castilla en un sistema que no nos coloque en situación de inferioridad en relación con otras regiones españolas”. Precisamente en Burgos votaba el 9 de junio su ayuntamiento a favor de un estatuto para Castilla la Vieja en solitario.

Teniendo en cuenta que el Estatuto Castellano-Leonés nunca pasó de ser un proyecto político, para los legisladores de los años 30, a nivel constitucional, León y Castilla seguirán siendo dos regiones diferentes, cada una con su propia personalidad jurídica y administrativa. Por otra parte, ya en la guerra civil provocada por la sublevación militar de 1936 (que acabó con las aspiraciones de la autonomía para la región, y con sus fragores todas las tentativas regionalistas, de cualquier signo que fuesen, desaparecieron por completo), en diciembre, un decreto de la República crea el Consejo Interprovincial de Asturias y León dando así legalidad a una situación de hecho, pues ya hacía algunos meses que existía esa coordinación entre leoneses y asturianos. En dicha disposición se crea en Villamanín un gobierno de los territorios leoneses leales. El 25 de agosto de 1937, fecha de la última reunión, el Consejo se declarará independiente y soberano al estar bloqueado por los nacionales, siendo disuelto el 21 de octubre al hundirse bajo el empuje de las armas franquistas definitivamente el Frente Norte.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)


El Estatuto de Castilla y León (o de León y Castilla) en 1936 (I)

Publicado por Ibañeza.es el 28/10/2019 7:33 Comentarios desactivados

La autonomía defensiva, paradójica y antirrepublicana

Tras el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936 y de que aquel relanzara el autonomismo catalán con la reanudación de su Parlamento y su Estatuto de Autonomía y el restablecimiento de la Generalitat, y se dinamicen los diversos procesos estatutarios, iniciándose los debates parlamentarios del Estatuto Vasco y plebiscitándose el Estatuto Gallego mientras Andalucía, Valencia y Aragón reelaboran sus proyectos autonómicos y las aspiraciones de lograr los suyos, la efervescencia regionalista llega también y de inmediato a Castilla y a León, donde la derecha se replanteará la autonomía castellano-leonesa, buscando un estatuto como contrapeso a los que estaban impulsándose en las regiones periféricas, y después de que en mayo el parlamentario leonés por la coalición de derechas Antonio Álvarez Robles y otros integrantes de partidos conservadores elaboren la ponencia para su estudio y redacción, trazando la campaña del Estatuto Castellano-Leonés desde la casi unanimidad y a pesar de algunas voces de centralistas a ultranza (la CEDA y el Frente Popular son regionalistas; las JONS de Onésimo Redondo se oponen al Estatuto de autonomía), en la que la reacción no es ya contra Cataluña sino contra el centralismo madrileño, y a favor de un texto legal que perseguía obtener las mismas competencias de gobierno que su modelo catalán y que en su anteproyecto definía “la Región como una federación regional de provincias que defiende los intereses de España y salvaguarda la unidad nacional y la soberanía del Estado”, y que preveía la existencia de la provincia y una cierta autonomía para los municipios de 25.000 o más habitantes, y un Ejecutivo regional desempeñado por el Consejo Supremo de Castilla y León.

También desde El Diario de León se renueva el interés por “la autonomía de la región leonesa”, movido más que por alcanzarla y ganar con ella en algo, por defenderse y no perderlo a causa de lo que consigan otras, y así, en un artículo de aquella manera titulado, se dirá el 20 de mayo que “está sobre el tapete la cuestión de las autonomías. Los acontecimientos se precipitan, y creemos necesario pedir la autonomía de la región leonesa; tenemos tanto derecho como quien más lo tenga a que se reconozca nuestra personalidad, y tenemos además la necesidad de defendernos para que no nos ahoguen los ventajosos traspasos que se han concedido y se van a conceder a otras regiones. Cuando solo se había concedido un Estatuto, eran odiosos los privilegios otorgados a la región beneficiada, aunque no podían influir grandemente en la vida del resto de la nación; pero ahora que los estatutos se van a multiplicar y con ellos las regiones privilegiadas, a las que permanezcan sin él, y por ello sin privilegios, les será imposible la vida. Tiene Cataluña su Estatuto, y lo van a tener más pronto o más tarde, Vasconia, Galicia, Valencia, Aragón…, y o León y Castilla se constituyen en regiones autónomas, o se verán marcadas con el sello de la servidumbre, el enflaquecimiento y la pobreza.

León y Castilla, médula y corazón de España, tienen que defenderse contra el estatutismo en las actuales circunstancias, impidiendo que se concedan más estatutos (cosa difícil por ahora), o reclamando trato de igualdad con las demás regiones y obtener el nuestro con las mismas ventajas de los restantes, aunque la dificultad está en el cómo: algunos (como César Silió) pretenden un solo estatuto para las provincias de León y Castilla la Vieja, constituyendo una región; La Gaceta Regional de Salamanca quiere una región con la capitalidad allí y las provincias de Salamanca, Ávila, Zamora y Cáceres. Somos partidarios de la conservación de las antiguas regiones consagradas por la historia, no sin sólidos fundamentos en la geografía, y creemos acertada la idea de unir en una sola personalidad regional a León y Castilla la Vieja en torno a la gran cuenca del Duero. El antiguo reino de León, la Región Leonesa, tiene su capitalidad, como la tiene Castilla la Vieja, y únicamente en el caso de que conviniera dar a la región la amplitud castellana habría de discutirse la capitalidad; fuera de ese caso León no debe de admitir discusión en un punto que le ha dado discutido y ganado ya la historia. No debe de perderse tiempo. Debe prepararse activamente la campaña en pro de la autonomía defensiva de León y de Castilla, que contará con el fervoroso entusiasmo de El Diario de León” (afirmaba el rotativo).

El estatuto de León y Castilla (o de Castilla y León; de las dos maneras se referirán a él, según quienes y desde donde lo aludan) tendrá un matiz totalmente apolítico y solo económico, según concluyen el día 21 en una reunión de diputados de la CEDA por las provincias afectadas por aquel, que acuerdan reunirse con los demás partidos y entidades que acepten la idea de afirmar la personalidad regional de Castilla y León. El 22 de mayo las minorías popular agraria, independiente, y agraria de la Cámara acuerdan nombrar una ponencia (de la que formará parte el diputado leonés Álvarez Robles) encargada de estudiar el estatuto de Castilla y León, que “secundará las iniciativas de las corporaciones y entidades que ya han convenido reunirse para encauzar el problema de la personalidad de Castilla y León”.

“El jueves se reunirán los diputados derechistas de las provincias castellanas y leonesas para tratar sobre la preparación de un estatuto para Castilla y León. Vivir para ver”, titulaba La Democracia el mismo día, tomando del Heraldo de Madrid que “ahora resulta que el señor Gil Robles es un furibundo estatutista. La CEDA, a la que tan pocas simpatías inspiraba la autonomía de Cataluña (están recientes sus carteles de propaganda electoral rechazándola y propugnando la unidad nacional), pretende ahora el Estatuto de Castilla y su autonomía, que para ser eficaz tiene que nacer y ser deseada por los propios habitantes de las regiones que se quieren autónomas”, y de La Voz que “los antiestatutistas de ayer son hoy ardientes estatutistas”.

Los partidos políticos de todos los matices ven con buenos ojos la idea de pedir el Estatuto para Castilla y León (una afirmación que, como veremos, distaba de ser cierta para los que no lo eran de derechas). “Todas hermanas son las regiones, y por ello todas iguales, sin que haya razón alguna para los privilegios, y de no pedir el estatuto nuestra región será la pagana de los que las otras disfruten, pero no será por ello la región central de España enemiga de la unidad nacional, ya que no está en su mano el impedir la concesión de estatutos (de haberlo estado no se habría concedido ninguno), solo que no se puede pedir a las regiones que se dejen pisar por las restantes. León y Castilla tendrán estatuto porque tienen decidida voluntad de no continuar siendo las cenicientas de España, y nadie debe pretender oponerse a esta decisión, porque no hay razón para ello y porque sería arrollado quien lo pretendiera”. Tal exponía el día 23 el católico diario leonés, señalando en cuanto al regionalismo castellano que “es netamente español -dice Gil Robles-, buscando solo una autonomía administrativa para lograr un pie de igualdad con otras regiones, y lejos de implicar separatismo será el aglutinante que reúna a todas las regiones españolas en el amor a la patria común, además de servir para la reconstrucción económica de Castilla, que tendrá su puerto de mar en Santander, y para proteger más a la agricultura y revalorizar sus productos”.

El mismo sábado 23 concluía Acción Agraria Leonesa en su asamblea extraordinaria (a la que asistieron 150 delegados) que “las derechas fueron y serán siempre partidarias acérrimas de la unión nacional, pero también celosamente regionalistas, y Castilla y León necesitan defenderse, imponiendo la justa distribución de cargas, para ser ejemplo de organización regional en lo moral, en lo material y en el amor patrio, y el factor de más peso en la política nacional”.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)


La insurrección de octubre del 34 en León (donde no se adelantó)

Publicado por Ibañeza.es el 14/10/2019 8:07 Comentarios desactivados

Aquel mismo Tribunal, por exhorto del juzgado de Instrucción de Astorga, encausaba el 12 de octubre por coacción a Eugenio Sierra Fernández, de 39 años, casado, tipógrafo, residente desde principios de 1931 en La Bañeza, a donde se había desplazado con su familia desde Astorga, “destacado como directivo de la UGT y organizador de conflictos obreros y huelgas”. Apresado para ser después absuelto, dada la fecha y el lugar de su encausamiento es posible que su proceso y detención no tuvieran relación con la huelga general de octubre y si con hechos anteriores, acaso de propaganda antibélica y opuesta a las recientes maniobras militares, aunque todo parece apuntar a que su detención en Astorga en la noche del 5 al 6 de octubre, en compañía de los hermanos Rafael y José Fuertes Martínez (era en abril de aquel año 1934 director de El Combate -que ya no se publicará desde el 6 de octubre hasta el inicio de enero de 1936-, y su administrador en julio, cuando en un bautismo laico nombra a su hijo como Helios), más bien lo habría sido por encontrarse preparando allí el paro del siguiente día, en aquellas clandestinas reuniones en las que se detuvo a numerosos astorganos. Ya el día 13 llegarán a Astorga más de un centenar de revoltosos de las cuencas asturianas, hechos prisioneros y encarcelados en el cuartel de Santocildes, y también diez revolucionarios heridos, de los que dos fallecían y el resto era ingresado en el Hospital Militar de San Juan Bautista.

En Alija de los Melones, según narraba el 3 de noviembre El Adelanto, “vecinos en número de 200, al enterarse de que en La Bañeza se había suspendido el mercado por los revolucionarios, y de que estos seguían amenazando, se dispusieron a la defensa constituyéndose en milicia al lado de la autoridad. Los demás pueblos no secundaron la patriótica iniciativa, sin duda por desconocer lo que ocurría. El guardia civil de este pueblo, Octavio Valera Alija, padre de cuatro hijos, fue muerto en un tiroteo con los rebeldes de Sama de Langreo”.

En Destriana (decía entonces el mismo semanario) “toca a su fin la siembra del centeno, que ha venido retrasada por circunstancias como el poco surtido de abonos minerales en los almacenes, que no han llegado a tiempo por motivo de los fracasados intentos sediciosos. Aquí, aunque no hemos visto nada de lo ocurrido en otros lugares, también sufrimos las consecuencias”.

Volviendo a lo sucedido en la capital leonesa, lo que en ella no se dio, contra lo que erróneamente han venido señalando algunos autores, fue el adelantamiento de la insurrección en unas horas (bastantes: casi un día y medio), la anticipación el 4 de octubre a la revuelta general por soldados del Regimiento de Infantería Burgos 36, un equívoco seguramente producido por la cercanía de las fechas en las que en 1935 son juzgados algunos militares leoneses que el año anterior habían participado en sendas sediciones, que se dan por conexas pero que no lo fueron:

Un Consejo de Guerra juzga el 31 de agosto y el 1 y 2 de septiembre en el Palacio de la Diputación los sucesos del aeródromo en la noche del 5 al 6 de octubre de 1934, en los que un grupo de 18 soldados, además del cocinero de una cantina de la base (socialistas, anarquistas y otros revolucionarios, “entre los que no se contaban comunistas, pues no los había en aquel campo de aviación”), con la pasividad de su comandante, Ricardo de la Puente Baamonde, y la complicidad del capitán Núñez (a quien la acusación considera extremista y caracterizado masón) y el sargento Velasco, descerrajaron los armeros arrebatando las armas y municiones y trataron de impedir la salida para Asturias de las escuadrillas de aviones que por orden del Gobierno habrían de practicar reconocimientos primero y bombardear después. Algunos de aquellos soldados se negaron a llevar bombas a los aparatos y otros cortaron los cables de la luz, por lo que a las doce de la noche hubo en la base tres apagones (la señal convenida para su asalto), supliendo la carencia de iluminación con el alumbrado de los coches que se hicieron extraer de las cocheras. En la primera salida de los aparatos para Asturias regresaron sin haber hecho uso de las bombas, y no se utilizaron los aviones que mayor rendimiento podían dar. Tampoco se ordenó que los aeroplanos llevaran ametralladoras, y se mantendrá en la vista (según El Diario de León) que se hizo así “por no ser de reglamento”.

Otro Consejo de Guerra, diferente, celebrado en este caso en el Hogar del Soldado del Cuartel del Cid, se ocupa el 3 de septiembre de 1935 de juzgar lo sucedido no el día 4 de octubre de 1934 (“horas antes de que estallara la insurrección”, como inexactamente apuntan ciertas fuentes), sino el 4 de mayo de dicho año, cuando ocho cabos y otros tantos soldados del Regimiento de Infantería Burgos 36 que guarnece aquel cuartel se alzan en sedición negándose a comer el rancho de la cena (se pedirán penas de muerte para cuatro y para los restantes largas condenas de prisión). El plante, acordado ya dos días antes, se había realizado cuando estaba “de cuartel” el capitán Eduardo Rodríguez Calleja como protesta ante la actitud hostil de algunos oficiales (de ella se pretendería informar en un escrito enviado al Heraldo de Madrid) y fue “instigado por elementos perturbadores pertenecientes a partidos extremistas, a los que se ocuparía hojas subversivas de las organizaciones comunistas, anarquistas y sindicalistas contrarias a las fuerzas armadas, panfletos clandestinos que se refieren a oficiales fascistas que persiguen a los soldados amigos del proletariado; a su pretensión de lograr la desaparición de los focos y camarillas de mandos rebeldes de los cuarteles; a las células socialistas, comunistas y revolucionarias que existen en este Regimiento; al coronel Vicente Lafuente Lafuente-Baletzena (que lo rige, y al que califican de fatídico); y al capitán Juan Rodríguez Lozano, a quien alaban”. Se impusieron a doce de los revoltosos penas de cárcel entre los veinte y los dos años, que cumplirían en el duro presidio de Mahón.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)


La insurrección de octubre del 34 en León (donde no se adelantó)

Publicado por Ibañeza.es el 30/09/2019 8:06 Comentarios desactivados

El día 4 de octubre de 1934, por la tarde, se constituía el nuevo gobierno en el que los ministros de Trabajo, Agricultura y Justicia eran cedistas; aquella noche se acuarteló a las tropas (incluidas las que habían rematado las maniobras en los Montes de León el día 2), y el 5, por orden del Comité Revolucionario, formado exclusivamente por socialistas y presidido por Largo Caballero, la insurrección y la huelga revolucionaria en todo el país estaba en marcha, con poco o inexistente eco en zonas rurales y en algunos territorios, en parte porque el gobierno había tomado medidas en los días anteriores, arrestando a líderes políticos y obreros, clausurando sedes de partidos, sindicatos y centros republicanos, requisando armamento, e intensificando la vigilancia, para devenir en Asturias en revolución (“y en las zonas mineras de León, por aproximación y contagio” –dirá Crémer-, preludio de la sangrienta guerra civil en la que España se vería inmersa en menos de dos años), en sedición en Barcelona, en Madrid se quedó a medio camino entre levantamiento y huelga general, y en otros muchos territorios fue una huelga general con brotes insurreccionales. También en las comarcas mineras de León y Palencia se dio una decidida rebelión, y salvo en estas y en las asturianas, en el “Octubre” español predominó la falta de entusiasmo.

Cabecilla revolucionario detenido en Bembibre.

Igualmente en León, donde los sublevados estaban en combinación con elementos de la Casa del Pueblo y con trabajadores del aeródromo para asaltarlo, dándose en el mismo confusos avatares y oposiciones iniciales a las actuaciones dispuestas por el mando, órdenes ambiguas, ceses y sustituciones fulminantes, y reticencias entre los pilotos a la hora de actuar. En la capital, donde los anarquistas, debilitados por la represión del estallido de diciembre del año anterior, apenas colaboraron en la insurrección, el gobernador civil, Edmundo Estévez Lorenzo, imponía la censura de prensa el día 5 y la suspensión de La Democracia, y en la mañana del 6 el Comité Revolucionario de Enlace con los dirigentes asturianos y las cuencas mineras leonesas declaraba la huelga general en la ciudad. Los guardias de Asalto paseaban con carabinas y se detenía a jóvenes socialistas por ejercer coacciones para lograr el paro laboral. Por la tarde se pretendió impedir la salida de un tren procedente de Valladolid con artillería para Asturias estacionado desde horas antes por una avería, ocupando la vía con mujeres y niños que fueron retirados por los guardias (se condenaría el 19 de enero de 1935 por tenencia ilícita de armas a tres muchachos a quienes se les ocuparon con ocasión de aquel disturbio), y se dieron después sustos y carreras al producirse un apagón de luz por un desperfecto casual que algunos creyeron una señal convenida por los insurgentes (según otras fuentes, lo era para el frustrado asalto a la base de aviación leonesa).

En las poblaciones agrícolas del sur de la provincia (Sahagún de Campos, Santa María del Páramo o La Bañeza) el movimiento revolucionario tuvo escasa incidencia. Un pretendido conato de huelga en la villa paramesa, que estaba en la vendimia, y que no llegaría más allá, según El Adelanto. En Valderas algún incidente debió de producirse, pues cuando después del triunfo del Frente Popular se decrete la amnistía, aún quedarán en la cárcel de León tres presos valderienses “de cuando la revuelta de octubre”. Otro tanto hubo de suceder en Veguellina de Órbigo, con cinco recluidos también de octubre en aquellas mismas fechas, y donde se produjo sin duda algún altercado relacionado con la Guardia Civil, como denota la detención que allí hace la Benemérita el 25 de octubre de un sujeto herido que pretendía hacerse pasar por su defensor frente a los revoltosos, pero que según El Diario de León (y en la terminología despectiva con la que descalifica a los revolucionarios derrotados) “se trata de un pollo de cuidado”.

En cuanto a Astorga, donde los responsables socialistas se mostraron contrarios a toda violencia (hasta el punto de que uno de los miembros del comité revolucionario, Luís García Holgado, se habría marchado de la ciudad –al balneario de Guitiriz, en Lugo- para no participar en la revuelta, lo que no evitará que después sea cesado y desterrado junto con el alcalde, Miguel Carro Verdejo, y algún otro concejal), varios radicales colocaron unos viejos explosivos, que no llegaron a estallar, en el puente de Valderrey con el fin de impedir el paso de los trenes con tropas para Asturias, y se promovió una huelga general solo secundada por los camareros, alguna otra actividad entendida por la justicia como revolucionaria debió de producirse aquellos días, pues el 8 de noviembre el Tribunal de Urgencia de León encausaba a Bernardino Lasalle (será represaliado con prisión después de julio de 1936) y 24 socialistas astorganos más por reunión ilegal (detenidos en la Casa del Pueblo, que fue registrada; otros cinco serían apresados en otras circunstancias y lugares), condenando a Toribio Fuertes Martínez y otros siete a dos meses de arresto y 250 pesetas de multa. Los demás fueron absueltos. Por otra parte, en la Audiencia Provincial el Tribunal de Urgencia absuelve el 5 de diciembre a los hermanos Ángel, Pedro, y Valeriano León Murciego, acusados de insultar en estado de embriaguez a la fuerza pública, guardias de Seguridad de Astorga, el día 14 de octubre, pues “son gentes de orden y se habían dirigido en las jornadas de la revuelta a las autoridades ofreciéndose voluntarios para conducir fuerzas a Campomanes”, como certifica el comandante Germán Madroñero, jefe de las tropas que allí se dirigieron (ellos y algunos otros serán detenidos de nuevo, como significados derechistas, a mediados de abril de 1936). El condenado Toribio Fuertes era en 1932 presidente en Astorga de la ugetista Sociedad de Obreros de la Industria de la Edificación. Él y sus hermanos José (secretario del Centro Obrero entonces) y Rafael (condenado a muerte con ocho más) serán eliminados después del triunfo de la sublevación fascista de 1936.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)


Una mirada a la enseñanza al final del siglo XIX

Publicado por Ibañeza.es el 16/09/2019 8:03 Comentarios desactivados

En el sexenio revolucionario (1868-1874), primer intento –fracasado y efímero- desde la burguesía progresista y las clases medias de establecer en España una democracia moderna, se practicó en materia de educación una política ampliamente liberal y secularizada. La Primera República creó Institutos locales libres de segunda enseñanza en Ponferrada (en 1870), Astorga (1869-1870) y León (en 1872); aquí se abrieron, también y animadas por la Junta de Damas, escuelas dominicales para la educación de la mujer en la segunda mitad de 1869, y escuelas de adultos, además de en la capital, en Bembibre y en otros lugares.

En 1876 el analfabetismo alcanzaba en España entre el 75 y el 80% de la población, y estaban sin escolarizar el 60% de los niños en edad escolar. Cuatro años más tarde existen en el partido bañezano 123 escuelas, y se habían mejorado las de la villa cabeza de comarca pero no las de sus pueblos (no al menos de manera generalizada) a pesar del gran esfuerzo que entonces se estaba realizando para construir edificios, reparar los existentes, y dotar a los centros de mejores medios materiales.

Antigua Calle Pérez Crespo, hoy Del Reloj.

Hay en 1884 para sus 124 pueblos 90 escuelas, 24 elementales de niños y 19 de niñas; 4 incompletas de niñas, y 43 mixtas infantiles. Es precaria la situación en la capital provincial para la enseñanza primaria, por lo que mucho más habría de serlo en los restantes municipios, y en La Bañeza aquel año, siendo alcalde constitucional Joaquín Núñez Franco, y con un elocuente discurso de don Manuel, cura párroco de Santa María de la Plaza, se inaugura en un lateral de la Plaza de los Cacharros el magnífico local de las Escuelas de la Villa (“luminosas, ventiladas e higiénicas, y bien dotadas”) levantadas sobre el solar de un antiguo cuartel (se proyectaba erigir también en él un Palacio de Justicia, algo que no se hizo y que en los años 30 del siguiente siglo, allí y en la capital, se consideraría necesario y en vano se trataría de obtener). Recordaba el clérigo en su plática las condiciones de la escuela única (“niños, niñas y párvulos casi lactantes”) que sesenta años antes existía en los bajos de la Casa Consistorial: “tugurio humilde y local raquítico sin luces ni ventilación, cuyo techo se alcanzaba con la mano, suelo de tierra que emanaba efluvios deletéreos, y paredes desnudas de toda clase de menaje para la instrucción”. Aquel mismo año contaba Santa María del Páramo con una escuela elemental de niños y otra de niñas, dotadas con 2.062,50 pesetas, para las que se concedía subvención el siguiente, nombrándose en mayo de 1886, “en virtud de oposición”, para la segunda a la maestra Elvira Mounguiria y Santa Marta, que se ausentó al poco de tomar posesión de la plaza, sin que hubiera vuelto por el pueblo al menos al cabo de tres meses, dejando la escuela en completo abandono, “un escándalo que se mantiene por las influencias superiores de las que goza la maestra”; en abril de 1889 volvía a anunciarse vacante aquella escuela. En 1907 se constituirá en otro rincón de la misma plaza bañezana el Colegio de las Monjas Carmelitas de la Caridad de la Enseñanza, en el que había puesto no poco empeño don Julián de Diego y Alcolea, conocido en su día como “el obispo de los obreros”.

Tiene la villa escuela de primera y de segunda enseñanza en 1886, según la Guía del Antiguo reino de León, de Emilio Valverde y Álvarez, y cuentan con escuela todos los pueblos del recorrido que en su partido sigue la carretera Madrid-Coruña, así como Veguellina, Santa María de la Isla, y muchos otros. El año siguiente se funda en Astorga un Colegio de Segunda Enseñanza dirigido por José Carceda y por Luís Luengo, y dos antes, en octubre de 1884, se instalaban los Agustinos en Valencia de Don Juan para iniciar tres más tarde la enseñanza en su Colegio-Seminario (solo ya lo segundo desde 1918), una construcción del maestro de obras Rogelio Cañas que se iniciaba el 31 de enero de 1883 sobre los solares de la antigua parroquia de Santa María, incendiada irreversiblemente en 1842, y del desamortizado monasterio de Santo Domingo, entonces utilizado como cárcel pública. En septiembre de 1889 es maestro desde casi cinco años antes Pedro Rubio Cadierno en el pueblo de Jiménez de Jamuz.

Ya en 1877 se había establecido otro colegio en La Bañeza, en la calle Astorga, a cargo de Toribio Moro Villasol, y se avanza en tal año una situación, la del interés que tradicionalmente ha mostrado la provincia de León por la enseñanza (que volverá a ser motivo de elogio por el periodista y pedagogo Luís Bello en 1926 en su obra Viaje por las escuelas de España), de la que informa Gumersindo de Azcárate en un artículo en el periódico leonés La Democracia con datos como los de ser entonces analfabetos tan solo el 16% de los electores provinciales, y el 3% en la Montaña, cifras inferiores a algunos estados de Norteamérica, e incluso en el segundo caso a las del estado de Nebraska, el de más bajo índice de la Unión (en Villablino, en 1925, con 5.060 habitantes, hay 16 escuelas nacionales y 6 más particulares, y saben leer y escribir todos los mozos del reemplazo), o el de que en 13 ayuntamientos rurales no se da analfabetismo en sus electores, existiendo en la provincia 1.326 escuelas (solo Asturias, con mucha más población, la supera), a las que acuden 38.123 alumnos, cuando la media provincial en el país es de 500.

En octubre de 1893 es nombrada maestra para Roperuelos del Páramo, con 500 pesetas de haber anual, María Juana de la Debesa. En noviembre se nombran por la Junta de Instrucción Pública maestros interinos Manuela Fariñas para San Justo de la Vega, y José Lobato para Miñambres. En 1894 es María Milagros Morellón maestra en Santa María del Páramo (continuaba siéndolo en 1900, dice La Escuela, “órgano oficial de la asociación provincial y defensor constante de los intereses del Magisterio Leonés”, al que está suscrita), destinándose allí en mayo de 1895 al maestro de primera enseñanza Benito León Miranda (se jubilará en la misma escuela en enero de 1935), colaborador de El Porvenir de León, que lo noticia entonces. A finales de enero de 1898 se anuncia concurso para las escuelas incompletas de niñas de Santa Colomba de la Vega, San Cristóbal de la Polantera, y Riego de la Vega, todas con 275 pesetas; las incompletas mixtas de Navianos de la Vega, con 400 y de Villaestrigo con 375; y la temporera de Santa Elena de Jamuz con 250 pesetas. Eran en febrero de 1899 maestros en las escuelas públicas de Zotes del Páramo Jesusa Rosalía Rebollo de la de niñas, y Francisco García de la de niños, y por entonces ya llevaba algunos años dando escuela en La Bañeza la maestra Anselma Jesusa Blanco García (hermana del fraile agustino Francisco Blanco), a donde llegaría destinada desde Astorga, casándose más tarde con Isidoro Valderas, acaudalado comerciante de tejidos (“nacionales y extranjeros”) del lugar, que se ocupará cuando enviude de él al final de aquel año de regentar el establecimiento “El precio fijo”, situado en el inicio de la calle del Reloj.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)


El luctuoso eco en León de las armas del Turquesa

Publicado por Ibañeza.es el 2/09/2019 7:39 Comentarios desactivados

Se producía el 12 de septiembre de 1934 el frustrado desembarco de armas del vapor Turquesa en San Esteban de Pravia (Asturias), en el que se incautaron más de mil largas y cortas, 500 fusiles y 50 ametralladoras, y 200.000 cartuchos, un episodio del que informará profusamente El Diario de León aquellas fechas, señalando que “parece que Indalecio Prieto y otros diputados socialistas (se detuvo a dos con armas sin licencia) estuvieron cerca del lugar donde se descubrió el alijo, armamento y municiones que estaban preparados para impedir la asamblea de la Juventud de Acción Popular (JAP) y para el movimiento revolucionario y la huelga general previstos para el sábado y domingo pasados (en el que iba a radicar en Asturias principalmente la fuerza de la resistencia, por ser donde el partido socialista está mejor organizado), no llegando a tiempo. El barco había salido de Cádiz y fue adquirido hacía un mes al diputado a Cortes y jefe de Renovación Española Ramón de Carranza. Las armas venían consignadas para los socialistas, y eran custodiadas por socialistas”.

Revolucionarios asturianos con armas procedentes del Turquesa en octubre de 1934.

Procedían, al parecer, de un depósito que revolucionarios portugueses venían trasladando de un lugar a otro sin encontrar oportunidad de utilizarlo, dicen algunas fuentes, mientras afirman otras que se trataba de un cargamento que el Gobierno de Azaña se había procurado dos años antes como parte de su política intervencionista a favor de los rebeldes izquierdistas contrarios al régimen en el vecino Portugal. Las armas nunca se les entregaron y, finalmente, el comité revolucionario socialista consiguió comprarlas al Consorcio de Industrias Militares a través de intermediarios y fueron transportadas desde un almacén en el sur al Turquesa, que comenzó a descargarlas por la noche en la costa asturiana, hasta que fueron descubiertos por los carabineros, haciéndose de nuevo entonces el navío a la mar con la mayor parte de las armas todavía a bordo y continuando hasta Burdeos, donde el barco y su cargamento fueron confiscados por el cónsul español.

En La Bañeza el 13 de septiembre, Día del Pimiento, comunicaba la Guardia Civil (según El Diario de León) “haberse armado un gran escándalo y alboroto cuando en el baile del Teatro Seoanez se cruzaron tres disparos (entre elementos socialistas y otros de significación opuesta), siendo detenido en las proximidades del local (de cuyo pavimento se recogieron varias pistolas) un individuo llamado Felipe Pérez Alonso (afiliado ya por entonces a Falange), al cual le fue ocupado un revólver, que dijo haber encontrado en el suelo. Parece ser que el escándalo fue ocasionado, según rumores, por llegar embriagados varios individuos de filiación socialista que discutieron con elementos derechistas”, provocándolos (diría El Adelanto). Será juzgado por el Tribunal de Urgencia, que lo absuelve y lo pone en libertad el 29 de aquel mes. Por otros motivos, la riña por unas jugadas de pelota, agredían el 19 en Santa Elena de Jamuz dos jóvenes a otro, herido con un palo y navaja, siendo apresados los agresores y  puestos a disposición del juzgado por la misma Benemérita.

Se descubría dos días más tarde de aquel incidente bañezano otro gran alijo de armas y explosivos en la Casa del Pueblo de Madrid, que era nuevamente clausurada, a la vez que el Gobierno decidía (a requerimiento del ministro de la Gobernación, quien mantiene en su seno la política de autoridad frente a la línea claudicante de su presidente Ricardo Samper, tan molesta para la CEDA) suspender en adelante toda clase de actos públicos, reuniones, manifestaciones y demás. Nuevos hallazgos de armamento se continuaban produciendo el día 20 en la capital de la nación y en otros lugares, y se detalla en la prensa de derechas el complot sedicioso previsto para aquel mismo día, que disponía, se dice, de listas con personas de derechas que, de triunfar, habrían de ser asesinadas. Lo mismo estaría previsto realizar en Jerez el día 21.  (La versión de las supuestas listas negras de gentes de derechas destinadas a ser asesinadas tras el triunfo de la prevista revolución comunista se pondría también en circulación días después en la revuelta de octubre, y de inmediato tras la sublevación militar de julio de 1936, para justificarla, refutándose tanto la prevenida revolución como las listas hace ya muchos años -Herbert R. Southworth en 1964- por la historiografía como rotundamente falsas).

El asunto de las armas asturianas iba a llevar el luto y los altercados a León, pues se decía que no todas las desembarcadas habían sido confiscadas, y se buscaba la camioneta y el coche que supuestamente se habían sustraído a la requisa y que las repartían por doquier (a la capital leonesa llegaron entonces, de manera misteriosa, una treintena de fusiles, pertrechos de la guerra del catorce, vendidos por algún truhán a los mandos socialistas y cuyo destino final se desconocería, pues no aparecerán cuando en los días de la sublevación de julio de 1936 los trabajadores pidan armas para oponerse a los alzados, dirá en 1978 Victoriano Crémer). También se rastreaban la noche del sábado 15 de septiembre en un control en la carretera de Madrid entre Arcahueja y Villarente en el que se produjo un muerto y dos heridos (del todo ajenos a los hechos) por los torpes y precipitados disparos de los agentes de la autoridad (pertenecientes al Cuerpo de Seguridad y Asalto) al detener de forma poco ortodoxa (a tiros) en ella a dos vehículos. Hubo el domingo gritos de protesta y puños en alto y vivas a Rusia y a la revolución social y mueras al fascismo en el entierro de la víctima mortal (Maximino Castro, un obrero católico, por lo que los socialistas dejaron a su militancia en libertad de acudir o no a sus funerales), y después del sepelio ante el gobierno civil y el cuartel de la Guardia de Asalto, en la calle Torres de Omaña, para llegar en la mañana del lunes 17 a declararse por las organizaciones obreras afectas a la Casa del Pueblo leonesa una huelga general que duró hasta la del día 18.

El Gobierno decretaba el estado de alarma el 25 de septiembre (en Asturias se tomaban precauciones enviando tropas de Asalto procedentes de Valladolid y reteniendo en Oviedo al Regimiento que tenía previsto participar en las maniobras militares iniciadas el día 22 en los montes del noroeste leonés) y trataba el 29 de contar con un nuevo gabinete el 2 de octubre, planteando el día 1 la crisis total que ya se anunciaba días antes (el Ejecutivo dimitía al retirarle Gil Robles su confianza); Lerroux era encargado de formarlo de nuevo el día 3, y en la mañana del 4 el presidente de la República acordaba ampliar las consultas a los líderes políticos, divididos ante si disolver o no las Cortes. La composición del nuevo Gabinete desataría la tan previamente anunciada revolución de octubre.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras localidades provinciales -León y Astorga-, de 1808 a 1936), publicado en 2013 en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)


Presentación en La Bañeza del libro ‘Convulsiones’

Publicado por IBAÑEZA.ES el 21/08/2019 8:04 Comentarios desactivados

El pasado 4 de julio, con motivo de la aparición de mi nuevo libro Convulsiones, y con idéntico título, traía a propósito de ello a esta sección un artículo en el que daba cuenta de algunos pormenores en cuanto al prologo y al contenido del mismo. A ellos, y a la colaboración de aquella fecha remito a los posibles lectores/as interesados en refrescar ahora tal información (en http://www.ibaneza.es/?p=69148).

Próxima la presentación de la obra Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet. Prisioneros catalanes en el “Gulag” de León, en La Bañeza el día 23 de agosto, viernes, a las 20:00 horas en el Centro Cultural de las Tierras Bañezanas, acercamos aquí, entresacados de su texto, algunas cuestiones y episodios que, relacionados con lugares de confinamiento de disidentes ciertos o potenciales establecidos por el franquismo en nuestra tierra, tienen que ver con algunos de los diversos asuntos que en el libro se tratan:

La Prisión de Partido de La Bañeza, con capacidad para unos 30 internados, se hallaba –como todas las restantes- rebosada al inicio de 1939, alcanzando ocupaciones que excederían de los 200 recluidos, situación parecida a la que atravesaría la de Valencia de Don Juan (construida como aquella y la de Astorga al comenzar el siglo y con idéntica cabida y hechura de panóptico)…. Valga como muestra de los padecimientos de quienes se hacinaban en aquellas prisiones de partido los que en la de La Bañeza sufrían entre enero de 1938 y octubre de 1940 el paramés Leandro Sarmiento Juan y los demás cautivos:

La vida en la reclusión de La Bañeza tuvo varios altos y bajos; unas veces los jefes de prisión y los guardias nos trataban con más educación y se portaban mejor que otras con nosotros. Había temporadas que nos dejaban salir al patio y teníamos las celdas abiertas todo el día, de modo que el que se cansaba de estar en el patio si le parecía entraba a la celda, y viceversa. Hubo otra época en que no nos permitían salir nada, ni al retrete, y teníamos que hacer nuestras necesidades en el que había en cada celda (la que yo ocupaba con otros ocho o diez era, como casi todas, de unos ocho metros cuadrados), sin condiciones higiénicas ni agua, por lo que cuando en él se iba depositando la basura picábamos a la puerta para que nos dejaran salir al patio por unos cubos de agua para limpiarlo. Unas veces nos daban permiso, pero otras no, y tampoco nos dejaban salir al retrete del patio, y así el de la celda se llenaba y teníamos que soportar los malos olores todo el día. Suponíamos que esto lo hacían para que enfermáramos y muriéramos. Uno de los guardianes era falso y malo hasta más no poder; hacía todo el mal que podía; en una ocasión los presos de “la enfermería” (así se usaba la celda en tiempos normales, atestada ahora por más de 30 presos) le pidieron permiso para ir al patio por agua para desocupar y limpiar el retrete, y les contestó: -¡todavía no tenéis falta; podéis hacerlo unos en la boca de los otros! En otra, por el verano en la misma celda, hacía tanto calor que un compañero cayó asfixiado. Llamaron al guardián, le contaron el caso, y este les dijo: -¡cuando quedéis uno sólo vivo, que avise, para que ese saque a los demás!  

El médico que nos visitaba cuando caíamos enfermos (al que apodábamos “La Cabra”, por las figuras que hacía cuando entraba en la cárcel y al hablar con el personal; decíamos: “está como una cabra”, y vestía de distinta forma cada vez que hacía la visita, unas veces de falangista, otras de requeté, y algunas de mezcla de lo uno y de lo otro) curaba con bicarbonato todos los dolores y enfermedades de los presos, así que el que tuviera la desgracia de enfermar tenía un trágico fin. Tres muertos salieron de esta prisión mientras yo estuve en ella.

Para hacer el encierro un poco más llevadero, la mayoría nos dedicábamos a alguna labor; se hacían estuches de madera, de papel, cinturones de seda, etc…., y teníamos todos los días clases de Gramática, Historia, Matemáticas, Geografía y otras materias, impartidas por profesores (maestros y estudiantes) que también eran compañeros presos y que nos enseñaban porque querían.

En el año 1939, por el tiempo de las confesiones un fraile iba a la cárcel a dar sermones a los presos,  que les hacían poco caso,  y menos siendo a la fuerza, como eran; forzados a ir a misa, forzados a confesar, etc.… Los reclusos lo que queríamos era lo que no nos daban: ¡libertad! Aquel año mandaron dos oficiales a la prisión, que eran militares y mucho más humanitarios con nosotros que los guardianes. Por medio de una colecta que hicimos entre nosotros se arregló un poco una pared del patio para usarla de frontón, y allí jugábamos a la pelota cuando nos sacaban de las celdas. También le tomaron cuentas al jefe de la cárcel, y después nos daban mejor de comer, además de organizar veladas en las que se cantaba, se hizo algo de teatro, y escuchábamos la radio algunas veces……

De otros variados hechos y materias también se ocupa el libro, dos Diarios de sendos soldados entre ellas, uno el que redactó Jaume Cusidó Llobet, encuadrado en el republicano Ejército del Este, minuciosa y esmeradamente manuscrito en un cuaderno en el que iba detallando los múltiples avatares y las no pocas penalidades con las que le tocó lidiar durante largos días, sobre todo desde el 25 de enero, en que con otros soldados compañeros abandona Barcelona a punto de ser ocupada por las tropas sediciosas, hasta su vuelta al hogar familiar el 7 de mayo de aquel mismo año 1939, cuyo valor se realza porque no fueron al parecer abundantes los dietarios personales mantenidos durante la Guerra Civil por combatientes republicanos, y más lo hace aún haberlos conservado a lo largo de los años, cuando las implicaciones emotivas de la contienda, la amargura entre los derrotados, y el temor a las consecuencias de haberlos escrito, de poseerlos, o de sus revelaciones, disuadió a algunos de hacerlo, y los condujo a deshacerse de unos materiales percibidos como muy comprometedores en aquellos oscuros y peligrosos tiempos, más si, como era el caso, el autor los redactaba en catalán.

Es el otro Diario, incluido en la obra como contraste o contrapunto al anterior, el que, encontrado en el desván de la casa de Francisco González Miguélez y María Gordón Fernández, en Jiménez de Jamuz en la primavera del año 2006, “haciendo limpieza de papeles y trastos viejos”, vino a resultar ser de la autoría del jiminiego Antonio Lobato Cabañas (quinto del remplazo de 1937, uno de los muchos jóvenes de nuestros pueblos también movilizados contra su voluntad para la guerra, en su caso en las filas de los alzados), abarcando desde el 31 de julio de 1937 al 12 de octubre de 1938, escrito a pluma en un cuadernillo rayado, encuadernado manualmente mediante el cosido con hilo grueso de sus hojas, y redactado sobre la marcha de los acontecimientos que narra y en la inmediatez de los mismos (al igual que en otros momentos y lugares hiciera Jaume Cusidó con el suyo), lo que, como en aquel, acrecienta su valía y su importancia como fuente testimonial directa y de primera mano, una más de las que contribuyen hoy al conocimiento de la realidad de nuestra última Guerra Civil y de los hechos a los que el segundo de ellos se refiere: las ofensivas y batallas libradas entre el verano de 1937 y el otoño de 1938 en los frentes aragoneses y catalanes de la cuenca del Ebro.

En las cuestiones referidas, y en otras muchas no menos trascendentes de nuestro no tan lejano pasado, en especial en el tiempo de la pasada Guerra Civil y la primera posguerra en nuestra provincia leonesa, tendrán ocasión de profundizar los lectores y lectoras que en ello se interesen a través de este libro, Convulsiones, que tendremos el placer y la inmensa satisfacción de presentar el próximo día 23 en La Bañeza, presentación a la que quedan todos ustedes invitados.

Más información (índice, prólogo, y presentación) sobre este nuevo libro CONVULSIONES en www.jiminiegos36.com y www.jiminiegos36.com/convulsiones.htm)

Dos páginas del Diario de Antonio Lobato Cabañas, con anotaciones de los días 25 al 28 de marzo de 1938.


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