Algunas de las obras, en progreso, de la edición 2019.
La principal premisa que un grafitero se marca a la hora de crear su obra es llamar la atención. Y también dejar huella con su mensaje. Al menos son dos aspectos en los que coinciden varios de los artistas que durante estos días se han dado cita en La Bañeza con motivo del festival de arte urbano ArtAeroRap y que sumados todos forman una lista de algo más de cuarenta nombres.
Por ese motivo, el de llamar la atención desde lejos, muchas de las obras de arte urbano que van surgiendo en muros y fachadas de edificios de la zona de la Plaza del Carnaval son creaciones gigantes en las que cobran vida personajes reales o imaginarios que en algunos casos protagonizan una imagen superior a los 250 metros cuadrados.
Y dicho así posiblemente no parezca una exageración, por eso imagine la pared maestra de una casa de cuatro o cinco pisos de altura con cuatro viviendas en cada uno más un bajo comercial. Eso como un lienzo donde con una plataforma elevadora, decenas de botes de spray, muchas horas y –evidentemente– experiencia en el manejo del aerosol un artista es capaz de dar forma a algo que llama la atención.
Todo eso es lo que llevan haciendo desde el jueves cuarenta grafiteros que llegan desde muchos lugares atraídos por lo que hace unos años se denominó ArtAeroRap y que en su séptima edición se ha convertido es un festival de arte urbano con prestigio internacional y algunos premios por las obras que han ido decorando distintos puntos de La Bañeza.
Los niños también tienen su momento en este festival con un taller de grafiti para los más pequeños, como es habitual en la programación que se completa con un largo cartel de actuaciones de hip hop y que incluye una parada de ‘food trucks’ para alimentar a los artistas y a los curiosos que se acercan a ver el progreso del trabajo. Este año, además de un puesto de complementos, hay un estudio ambulante de tatuajes.
