Me llamó Palazuelo, el alcalde a primera hora, para darme la noticia: “Se murió Conrado”. Escueto y sobresaltado. Porque como alcalde, sabe que se va el más importante mecenas de la cultura bañezana. Para mi se va un AMIGO, con mayúsculas. Aunque él me llamaba primo, porque una vez se lo contó mi tío Paco y después mi tío Agustín, que nuestras familias estaban emparentadas por parte de mi abuelo Manuel, el padre de mi madre.
Sí, se va una parte muy grande de mi vida. Desde hace muchísimos años hemos estado unidos por todo. Yo me aprovechaba de sus investigaciones para documentar algunos de mis reportajes y él me ¿consultaba? alguna noticia que leía en los periódicos. Por eso, hoy sólo puedo decir adiós Conrado, dale recuerdos a Charo.
Porque esa era su principal razón para seguir viviendo. Las conversaciones que todos los días tenía con su querida esposa. “Casi la siento cuando le cuento cómo he pasado el día, con quién he hablado. Algunas veces hablamos de ti, amigo Polo. Porque Charo también te quería mucho”.
Conrado ha muerto. No me atrevo a escribir su obituario, porque hoy, en este momento en el que mis lágrimas fluyen entre las teclas de mi ordenador, me dejaría muchas cosas sin decir, sin escribir. Tiempo habrá para que el recuerdo de este amigo de todos los bañezanos, de todos los que quisieran a La Bañeza, de todos los que ensalzaran esta tierra, nunca se pierda.
Hoy mi recuerdo es un sentimiento de la última conversación que tuve hace unas semanas, cuando me dio muchos ánimos en la nueva intervención que me iban a practicar. “Algún día, cuando te repongas, nos tenemos que sentar y hablar de lo que me apuntaste hace unos meses, para seguir sacando los nuevos Capiteles Para la Historia Bañezana, y seas tú quien escoja entre tus numerosos artículos aquellos que hablan de las historias de la historia de La Bañeza”. No pudo ser, Charo te quería a su lado, porque ya habíais pasado mucho tiempo separados. Físicamente, nunca espiritualmente.
La Bañeza hoy se pone de luto. Porque Conrado Blanco González es una parte muy importante de la ciudad, de su cultura de su historia, de su sentimiento más íntimo. Un luto que los amigos, que éramos muchos, llevaremos en el corazón durante mucho tiempo. Sin alharacas, sin espavientos. Porque los gritos y plañidos del alma, apenas tienen sonidos.
Adiós, Conrado, dale recuerdos a Charo.