La procesión del Santo Potajero, en la que los niños cofrades de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad son los protagonistas de la jornada, logró este Miércoles Santo esquivar a la lluvia aunque no a las fuertes rachas de viento y repartir más de 4.000 raciones del menú más famoso de la Semana Santa leonesa, una cita para la que nunca faltan devotos desde primera hora de la mañana, sobre todo los que acuden a la capilla para coger los primeros números del reparto.
El Santo Potajero tiene una relevancia especial en el programa de la Pasión bañezana por ser una tradición que aúna gastronomía, espiritualidad y fervor popular que precisa el trabajo de decenas de personas desde primera hora de la madrugada. Todo para cocinar os los 300 kilos de garbanzos y otros cien de arroz, más de 200 kilos de bacalao y otros tantos litros de aceite, ajos, pimentón y sal, entre otros ingredientes como es la experiencia de cuatrocientos años preparando la comida que después de la bendición se reparte entre los asistentes de toda condición.
Durante el recorrido en el que los más pequeños se afanaron en llevar sobre sus hombros el Nazareno de apenas sesenta centímetros de altura no faltó la tradicional cantinela «Santo Potajero, lléname el puchero…». A pesar del fuerte viento y de la aparición de la lluvia en algún momento, la procesión pudo celebrarse con normalidad.
Esta ancestral costumbre de convidar a los pobres y presos de la ciudad con una sencilla comida que tiene en sus normas la cofradía convierte a la cita en una auténtica fiesta declarada de interés turístico en la provincia leonesa.
