Una de las máximas de la grafología, que da título a un libro del experto José Javier Simón, dice: «Dime como escribes y te diré quien eres». Y ese es el punto de partida del último estudio relacionado con esta disciplina que ve la luz con la firma del joven criminólogo bañezano Carlos Monroy Alonso y cuyos protagonistas son un grupo de usuarios del Centro de día que gestiona la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias de La Bañeza y Comarca, pacientes que han permitido descubrir una serie de rasgos comunes a través de la escritura de los afectados por esta enfermedad neurodegenerativa.
Carlos Monroy, que es graduado en Criminología por la Universidad de Salamanca, Máster oficial en Criminalística por la Universidad Camilo José Cela, Grafólogo y Perito Calígrafo por el Instituto de Psicografología y Peritación (IpsigraP), y Perito Informático Forense por el centro de estudias Formación Criminalística Integral (F.C.I.), quiso demostrar que existen varios parámetros escriturales comunes y errores gráficos en personas con Alzheimer.
Para ello juntó a nueve personas del Centro de día de La Bañeza, todas diagnosticadas con enfermedad de Alzhéimer, y a otro grupo con características similares pero que no padecen este tipo de demencia. A todas se les mandó escribir en un folio en blanco y a partir de ahí Monroy se centró en analizar los ocho grandes parámetros que contempla el método Grafonómico del francés Jules Crépieux-Jamin (tamaño, presión, inclinación, cohesión, forma, dirección, velocidad y orden), «pero no sólo en su forma objetivo sino teniendo en cuenta que la escritura es un reflejo psicológico de la persona y que puede cambiar de un momento a otro», explica el criminólogo.
Tras analizar con detalle cada texto, Monroy descubrió que la escritura de las personas con enfermedad de Alzheimer a pesar de tener un mayor tamaño poseen menor legibilidad y su lectura es más difícil. También existen rasgos comunes como el menor distanciamiento entre letras dentro de la palabra, presión débil con pérdidas puntuales de tinta, mucha variabilidad, falta de orden notable en cuanto a márgenes, blancos y vacíos en la hoja que los expertos grafólogos denominan ‘fantasmas gráficos’ y la firma es sencilla, con el nombre y sin rúbrica.
Las conclusiones
Todo esto ha llevado a concluir que las personas con Alzhéimer muestran temblores o torsiones en la letra motivados por la falta de psicomotricidad. «Se nota que en muchos casos el enfermo se queda parado pensando en cómo continuar el texto», señala Carlos Monroy en un estudio donde determina que tras estos rasgos grafológicos se esconden otros aspectos como «angustia, temor, ansiedad o irritabilidad» que padece la persona diagnosticada.
El estudio realizado por este joven criminólogo bañezano, además de un fin académico como trabajo de fin de máster, servirá como punto de partida para profundizar en el conocimiento de las enfermedades neurodegenerativas y, tal vez, para completar un diagnóstico clínico al concluir y poner sobre la mesa el patrón común que se da a la hora de escribir en personas que tienen Alzheimer y que no se da en pacientes con otro tipo de demencias.