Nerea Guedella Ramos
A veces te ronda la muerte… Y durante días la esperas, sumergida en una burbuja atemporal. Los sentidos se disparan y la percepción de todo lo de alrededor cambia. Mi hermana se iba… Se apagaba… Y me zambullí con ella en recuerdos y sensaciones. Es muy doloroso el ADIÓS, no se termina de integrar en el cuerpo ni en la mente. Amargo y dulce a la vez, porque en estos últimos días de despedida volvimos a la niñez, volvimos a recrear paisajes, miradas y complicidad.
Porque la niñez parecen pocos años y es mucho tiempo. Es cuando el tiempo pasa lento.
Y ahora me queda AGRADECER el tiempo que compartimos, desde el triciclo a la discoteca. Me doy cuenta del gran regalo que la vida me dio, con tu puerta enfrente de la mía, una calle, un patio y el mundo a nuestros pies… Creábamos sin parar y conocíamos perfectamente la telepatía. Nos buscábamos a todas horas y estábamos disponible la una para la otra…
Ahora que ya te fuiste, ahora que vuelas alto y libre… siento un pedazo de mi alma también irse… y me recuerda que somos una, y una parte ha partido contigo y otra se queda aquí muy dentro… Entre nosotras.
GRACIAS COMPAÑERA… MI HERMANA ANA
Gracias infinitas Yoa, por coger el timón en las más grandes tempestades, por aparecer cual hermana mayor desde que apareciste.
Gracias Ro, por tu gran corazón y tirar de donde puedes.
OS QUIERO y me siento acompañada, aquí, al otro lado del mundo.
La Bañeza 22 de agosto de 2019.