José Cruz Cabo
Policarpo de la Huerga García ha fallecido después de una larga vida haciendo el bien. Mis recuerdos de Policarpo de la Huerga son los de un hombre humilde, trabajador y cristiano de verdad, pues su vida está salpicada de generosidad, de bien hacer y de trabajo sacrificado.
Mis charlas con él casi siempre tenían lugar en Confecciones Villasol, ya que muchas veces al bajar de su despacho, paraba allí para charlar con Domingo y los que estuvieran, sobre los problemas, comentarios o noticias de la ciudad y al mismo tiempo salía a relucir su ajetreada vida, pues de joven y ya casado fueron muchos los viajes que hacia por la comarca en bicicleta, que en los años cuarenta era el medio más rápido de desplazamiento que había, y con su privilegiada memoria, hasta hace pocos meses, nos hacía recordar muchos de los acontecimientos, sacrificios y aventuras que se le daban por esos caminos de Dios. A mí, personalmente me contó anécdotas de mi padre Manolillo que yo no conocía, ya que les arregló muchas cubas, haciéndome reír con sus comentarios, llenos de sensatez, de humildad y de simpatía.
Fueron muchas las deudas que dejó sin cobrar de su establecimiento, muchas de ellas perdonadas, para que no sufrieran más los deudores. Fue mecenas de muchas instituciones sin animo de lucro, y también fueron abundantes los donativos que entregó a parroquias, conventos y cofradías de la ciudad y comarca. Era un hombre caritativo sin que su mano derecha supiera lo que hacía la izquierda. También recibió algún desengaño porque le pedía gente que luego le engañaba.
Era una persona tan buena, tan sencilla y tan afectuosa, que era imposible no quererle y hasta admirarle, porque su sentido del humor, su amabilidad y su gracejo conquistaban a todos los que le conocimos y tratamos.
Amigo y admirable Policarpo de la Huerga, espero que ahora estés disfrutando de tantos amigos que te quisieron y fueron antes hacia el más allá, además de reencontrarte con tu esposa y tus padres, a los que también recuerdo. En estos tristes momentos para tus dos hijas, Emilia y María Jesús, así como tu hermana Antonia, me uno a su dolor por tu fallecimiento y espero que todo lo mucho y bueno que hiciste en vida, te sea pagado con cr4eces en el cielo, ya que tu cristianismo fue ejemplar y profundo. Hasta siempre, amigo Policarpo.