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El hermano del Padre Miguélez

● Ibañeza.es ►Lunes, 4 de noviembre de 2013 a las 9:30 Comentarios desactivados


Al principio de septiembre de 1893 está haciendo la difteria en La Bañeza numerosas víctimas (también en Boñar); ausente o enfermo uno de los médicos, solo tiene otro la villa; no se han tomado medidas sanitarias, o si se han tomado por la Junta de Sanidad, se incumplen sus acuerdos; la higiene y la policía están abandonadas. Finalizando el mes la epidemia continúa causando gran número de fallecimientos en el lugar y en otros pueblos, sin que las autoridades hayan tomado aún medidas radicales. Al acabar octubre causa estragos en la provincia, se dice. A la mitad de noviembre los hacía también en la capital, cosechando muertes entre los niños todos los días. Se le suma el temor a la invasión del cólera, del que se han presentado ya casos en provincias limítrofes.

Se viven por aquellas fechas tiempos de economías: se han suspendido carterías y peatones postales, muchos en la provincia (la de Santa María del Páramo entre ellas, dice La Estafeta de León el 30 de agosto), y aún no han sido nombrados por los ayuntamientos, a cuyo cargo y pago quedan. Más de dos mil pueblos se hallan incomunicados en el país con la medida que encomienda este servicio a los municipios, que no disponen de cantidad destinada a la conducción de la correspondencia, ni personal para ello. “Recaudadores de la contribución si continúan existiendo…. Y embargo de los bienes a los vecinos de los pueblos, sin servicio postal, que no la paguen en tiempo oportuno” (añade el cronista de La Provincia con evidente disgusto).

Fotografía histórica del homenaje al Padre Miguélez en el Casino La Unión en enero de 1915. / Archivo de José Cabañas

“El ilustrado y activo corresponsal de La Bañeza (José Fernández Núñez) comunica que en la villa trata de establecerse el alumbrado eléctrico, tras una nutrida reunión en el Casino la Unión y el nombramiento de una comisión encargada de los trabajos preliminares, que pide antecedentes a León y Villafranca. Se han presupuestado 50.000 pesetas emitiéndose acciones de 250 pesetas cada una, a las que garantiza el interés del 6 % el acaudalado capitalista local José Latas Valcarce” (alcalde entonces). El primero de agosto de 1899, sin solemnidad alguna, se puso en funcionamiento por vez primera el alumbrado eléctrico en la que desde 1895 era ciudad.

En la misma edición glosa don José la figura de otro cultivado bañezano, hermano del agustino Padre Miguélez: el distinguido literato Juan Fraile Miguélez, que firma sus eruditos trabajos (Cascotes y Machaqueros, una colección de artículos pulverizando a los críticos literarios Valbuena y Alas Clarín era uno de ellos) como Fray Juan de Miguel, o Fray Mortero (“que no tiene de fraile más que el apellido”). Maestro elemental, normal y superior, y más tarde profesor de la Escuela Normal Central desde la más humilde posición. Salido de su tierra desde niño, hubo de volver para hacer el servicio de las armas, sin que por las influencias caciquiles le valiera la justa excepción de ser hijo de viuda pobre, dice el cronista, continuando en Valladolid ganándose el pan de cada día, y allí primero y en Madrid después hizo su carrera con desusado aprovechamiento. Tiene entonces 34 años y es distinguido escritor y periodista que ocupa a diario las columnas de La Unión Católica.

Al iniciarse noviembre del mismo año 1893, con ocasión de los sucesos de la campaña de Melilla y en protesta por los atropellos de los rifeños (un bárbaro atentado entonces cometido) y conmemoración de la reciente victoria contra ellos conseguida, se produce una sonada manifestación en La Bañeza encabezada por la Banda de Música y acompañada por colgaduras en los balcones y miles de cohetes voladores, y el ayuntamiento en sesión extraordinaria acuerda abrir una suscripción que pone a disposición del gobierno para dotar de fusiles Máuser al regimiento que lleva el nombre de la provincia. Colaboran en ella, con 100 pesetas un laceaniego voluntario de la guerra de África de 1859; los ayuntamientos de Laguna Dalga, Bercianos, y Zotes del Páramo, y el personal y los reclusos de la Cárcel correccional de León.

Del libro LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -Valduerna, Valdería, Vegas del Tuerto y el Jamuz, La Cabrera, el Páramo y la Ribera del Órbigo- y de otras de la provincia, de 1808 a 1936), recientemente publicado en Ediciones del Lobo Sapiens) por José Cabañas González. (Más información en www.jiminiegos36.com)

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