El Teatro Municipal de La Bañeza ha recibido este fin de semana un gran espectáculo: “Rafa Garcel. Homenaje a Antonio Molina”, en gira de teatros por toda España y que después cruzará el charco para ir a Sudamérica, con extraordinarias críticas y asistencia de público. Un concierto donde además de Rafa Garcel y sus músicos, interviene Miki Molina, uno de los hijos del genial malagueño.
El espectáculo podemos decir que fue de champions league por emplear un símil futbolístico, un concierto en toda regla al que no le faltó de nada. En un formato novedoso donde se mezclan las imágenes en pantalla gigante, las presentaciones de Miki Molina, el sensacional sonido y maestría de los músicos y la voz maravillosa de este joven malagueño que, como él dijo: “Molina es inimitable y como él no hay ninguno”, pero él se le aproxima mucho.
Retazos de la vida de este cantante inimitable van pasando por la retina de unos espectadores entregados a la magia del mejor directo, con un trabajo de iluminación muy logrado y unas coreografías espectaculares y un vestuario muy cuidado de las dos bailarinas.
Una a una, Rafa Garcel, con el estilo de su maestro lleno de melismas agudísimos, en esa tonalidad a la que muy pocos cantantes llegan, fue desgranando las grandes canciones de Molina “Entre mi abuelo y Molina”, “El macetero”,” María de los Remedios” “Yo quiero vivir contigo”, “Yo quiero ser matador” , “la hija de Juan Simón”, “Adiós España”, “Cocinero, cocinero” “De contrabando”, Lla estudiantina madrileña” “Ángela del alma mía” y para terminar “El agua del avellano” y el celebérrimo “Soy minero”, además de unos fandangos de la cosecha. Todo ello envuelto en el magisterio de los arreglos al piano de Juan Carlos Martín, la extraordinaria guitarra flamenca de Daniel Valenzuela, muy bien arropados por la base rítmica de contrabajo y percusión.
Conexión total con el público desde el primer momento. Tanto Rafa Garcel como Miki Molina dedicaron canciones y mencionaron a los aficionados locales que les han arropado estos dos días, en concreto a Salvador Alonso, que les entregó unos poemas que hizo a Antonio Molina hace 20 años que emocionaron a Miki.
Un espectáculo de muchos quilates que no ha tenido la respuesta de público que se merece. Un concierto por el que, en cualquier otro lugar, tendríamos que pagar una entrada más cara que la de La Bañeza. Hay que diferenciar al profesional del aficionado, y este escenario, las dos noches de este fin de semana, estuvo lleno de excelentes profesionales.