Rodrigo Pérez García
Estamos en el ojo del huracán, nos encontramos todos, corruptos y honestos, en una embarcación a la deriva y por ello estamos justamente preocupados, como individuos y como ciudadanos. Describir la fórmula mágica para alcanzar una cierta bonanza en estos tiempos de crisis socio-económica es algo que a todos nos encantaría.
Pero no hay una formula mágica, no existe una receta milagrosa. Poco a poco descubrimos que conviene esperar que los daños no sean irreparables y que es importante interrogarse sobre el futuro.
Desde luego, toda receta se aleja de continuar con la ebullición injustificada del cemento, la golosa celebración de otro mundial, o macerar el público en la televisión digital terrestre.
Obviamente, no seria inteligente que no aceptásemos que existe una relación entre bienestar e infraestructuras, que es un orgullo ser campeones en tantas disciplinas deportivas y… me voy a saltar la parte de la televisión…Pero es que el plan E: que, en varios lugares no muy lejanos, aconsejo levantar aceras recién puestas y colocar farolas de alto consumo como si fuese nuestra vida en ello, el plan E decía, no contempla las necesidades de la educación, ni infantil ni universitaria, no valora a los pequeños emprendedores, no tiene en cuenta a los autónomos y no se da cuenta de que la mayor retribución económica posible proviene de una inversión en educación y en cultura.
Debemos aprender a hacernos preguntas, no debemos olvidar que somos animales creativos y que el miedo al error es nuestro principal error.
